jueves, 30 de octubre de 2014

Salamanca: una ciudad, dos catedrales. La arquitectura de la "Catedral Nueva" y la "Catedral Vieja".




Salamanca, ciudad castellana de belleza incuestionable, es sede de una de las universidades más antiguas del mundo, de una plaza mayor de excepcional belleza y de numerosos y hermosos palacios renacentistas; además, puede presumir de poseer dos catedrales, la denominada Catedral Vieja y, como no, la Nueva; caso éste en el que la nueva construcción respeta a la anterior, de extrema rareza y que sólo comparte con otra ciudad castellana, Palencia.



El director de la fábrica de la Catedral Vieja es desconocido. Se cree que fue el obispo don Jerónimo el responsable de su fundación, y se nombran a Florín de Poitiers, Casandro Romano o a Juan el Pedrero como algunos de sus constructores. En su origen, como no podría ser de otra manera, se mezclan la historia y la leyenda, pues el mencionado obispo es uno de los personajes del “Poema del Mío Cid”.



Su tipología arquitectónica es la típica de iglesia de tres naves con tres ábsides en su cabecera. Construida a comienzos del siglo XII, se trata de una obra Románica que encuentra sus referentes en otra catedral castellana, la de Zamora, especialmente apreciable en su famosa Torre del Gallo (cimborrio) y en su notable influencia bizantina.

La idea de construir una nueva catedral que respondiera mejor a las necesidades funcionales de una ciudad que experimentaba un crecimiento económico, cultural y social enorme, tiene su origen en 1491. En este caso sí que sabemos el nombre de su constructor, Rodrigo Gil de Hontañón, hijo y aprendiz de Juan Gil. Las obras comenzaron en el siglo XVI y se alargarían hasta el XVIII, partiendo del Gótico tardío hasta abrazar el esplendor Barroco.

En el interior dominan los espacios diáfanos, y un estilo netamente monumental propio de la moda gótica; la planta, de cruz latina, sigue el modelo de tres naves con capillas encastradas entre los contrafuertes; se remata con una magnífica torre de campanas de 92 metros de altura que, desde el año 2002 (año de la capitalidad cultural de Salamanca) se puede visitar ofreciendo una deliciosa visión de las numerosas torres que coronan la ciudad castellana. Como dato curioso, señalar que el terrible terremoto de Lisboa del siglo XVIII afectó al cimborrio y al campanario, el cual se inclinó amenazando su estabilidad; la solución fue reforzar el exterior con piedra.

Ambas catedrales comparten espacios; la construcción de la nueva afectó al brazo norte del crucero y a parte de la nave septentrional de la antigua catedral. Por necesidades litúrgicas y la magnitud de las obras, se hizo necesario conservar la vieja estructura para poder continuar con las celebraciones durante el tiempo que durase la construcción de la nueva catedral.



La fachada occidental, acceso habitual a la catedral en la actualidad, es una de las más conocidas. Sus motivos decorativos, característicos del Gótico flamígero de transición al Renacimiento, presenta hermosos elementos vegetales y animales, dos escenas de la natividad, y una crucifixión flanqueada por San Pablo y San Pedro; pero, lo que más buscan los visitantes, es la figura del astronauta en la Puerta de Ramos (norte), un elemento claramente chocante fruto del capricho de los restauradores que intervinieron sobre la fachada en 1992; aquellos que presten más atención, verán además un lince, un toro, un dragón con un helado de tres bolas y tres figuras símbolo de la ciudad: un cangrejo de río (agua), una cigüeña (cielo) y una liebre (tierra).



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