La infanta María Teresa, Diego Velázquez. Óleo sobre
lienzo, 34 x 40 cm, 1653, Nueva York, Lent by The Metropolitan Museum of
Art, The Jules Bache Collection, 1949
¿Cómo podría comenzar esta
entrada sobre uno de los grandes genios de la pintura de todos los tiempos? Creo que lo justo es cederle la palabra
a otro grande, esta vez de la historia del arte, como es Ernst Gombrich:
Su tarea principal (como pintor
de corte) era pintar retratos del Rey y de los miembros de la familia real,
pocos de los cuales poseyeron rostros atractivos y ni siquiera interesantes:
fueron hombres y mujeres preocupados por su dignidad y ataviados con rigidez. La
tarea no se diría muy grata para un pintor; pero Velázquez transformó estos retratos
como por arte de magia, convirtiéndolos en una de las expresiones pictóricas más
fascinantes que el mundo haya visto nunca. (E. H. Gombrich. La
Historia del Arte, Phaidon Press Limited, Londres, 1997. p. 407)