miércoles, 24 de septiembre de 2014

Francesco Hayez: romanticismo italiano.



Hayez, Francesco. El beso, 1859, óleo sobre lienzo, Pinacoteca di Brera, Milán.

El pintor veneciano Francesco Hayez (10 de febrero de 1791 - 21 de diciembre de 1881) es uno de los grandes representantes del romanticismo italiano, aunque un verdadero desconocido fuera de las fronteras del país transalpino. Personalmente tuve la oportunidad de conocer su obra en la milanesa Pinacoteca de Brera, que atesora algunas de sus creaciones más conocidas, pues fue en la capital lombarda donde residió gran parte de su vida.




Hayez, Francesco. Pietro Rossi prigionero degli Scaligeri, 1818-20, óleo sobre lienzo, Collezione San Fiorano, Milán.

Podría decirse que su obra es heredera de la corriente del Settencento tardío, fruto de su aprendizaje en la Academia veneciana, aunque con una clara influencia romana. Fue en esta última ciudad donde entró en contacto con Antonio Canova, uno de los máximos exponentes del clasicismo que se cnvirtió en su mentor. En Roma fue responsable del ornato de algunas salas del Vaticano, con escenas heróicas con una fuerte carga nacionalista e histórica como, por ejemplo, la escena que rememoran el retorno a Italia de obras de arte pocedentes de Francia.

Poco a poco, y sobretodo tras instalarse definitivamente en Milán en los años 20, su carrera fue avanzando hacia el neoclasicismo, que desembocaría en un romanticismo histórico, cuyo nacimiento se suele situar en su obra Pietro Rossi. Elección de un tema que ejemplifica cómo Venecia siempre estuvo presente en la obra y vida de Hayez (en su biblioteca personal tenía obras de Sismondi, así como la HIstoria de Venecia de Darù o la más cásica obra de Sabellico y Sanudo). La composición relata un acontecimiento histórico del Trecento veneciano en el que el pueblo se levanta ante el despotismo del dogo. Este tipo de analogías entre un pasado heróico y un presente agitado serán una constante en la carrera de Hayez.


Hayez, Francesco. Los prófugos de Parga, 1826-1831, óleo sobre lienzo, Pinacoteca Tosio Martinengo, Brescia.

La participación de la pintura Hayez en la acción política, se aprecia nuevamente en obras como Los prófugos de Parga (1826-1831). En esta ocasión, el asunto escogido trata sobre el exilio y el destierro (a modo de advertencia pictórica) en la que el pintor realiza un paralelismo entre la lucha de los griegos por su libertad con el ansia de liberación y unificación que recorría Italia en aquellos momentos. Éste lienzo de enormes dimensiones (201 cm x 290 cm) muestra a un Hayez consciente del poder que ejercía sobre las emociones de los espectadores determinadas escenas de la historia (sobretodo italiana) dentro del creciente clima nacionalista. Además, no hay que olvidar que Hayez era veneciano, y tenía grabada a fuego la caida de su ciudad natal en manos del imperio austríaco en 1798, cuando el pintor contaba con apenas 7 años. 

En general, el romanticismo de Hayez se caracteriza por sus composiciones de vivos colores cargadas de un sentimentalismo (en algunos momentos incluso resulta excesivamente edulcorado) del que se apropió el movimiento italiano del Risorgimiento. El movimiento del "Resurgimiento", también llamado "Reunificación de Italia", podría sintetizarse en el sentimiento nacionalista que invadió a la multitud de estados (herederos del sistema feudal), en que se dividía la península itálica, en contra del imperio austríaco.


Hayez, Francesco. Jarrón con flores en la ventana de un harén, 1881, óleo sobre lienzo, Pinacoteca di Brera, Milán.

Hayez, pintor de longeva carrera, consiguió formar parte de la élite intelectual y social milanesa, de la que recibió numerosos encargos tanto de retratos individuales como familiares. Obras que denotan su formación clasicista, de gran precisión pictórica y excelente gusto compositivo, que fueron del agrado de la alta sociedad y la burguesía lombarda. Tal fue su éxito que llegó a oidos de la refinada sociedad vienesa e incluso le llevó a dirigir la Academia de Brera en los años 60.


Hayez, Francesco. Retrato de Alessandro Manzoni, 1841, óleo sobre lienzo, Pinacoteca di Brera, Milán.

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