lunes, 8 de septiembre de 2014

Una nueva obra se incorpora al catálogo de Velázquez: "La Educación de la Virgen"



Velázquez, Diego (atribuida a), La Educación de la Virgen, 1617-18, óleo sobre lienzo, Yale University Art Gallery.

El Banco Santander y la Universidad de Yale presentan el miércoles 10 de septiembre, por primera vez en nuestro país tras el revuelo que causó su descubrimiento, la obra de etapa sevillana de Velázquez "La Educación de la Virgen", que podrá ser visitada a partir de octubre en una exhibición temporal que se celebrará en la ciudad hispalense.






Estado de la pintura en el año 2005 antes de iniciarse los trabajos de análisis y restauración.

El origen incierto de esta pintura no hace más que acrecentar la leyenda del genio sevillano del Siglo de Oro. Fue donada a la Yale University Art Gallery (museo de una de las universidades más presigiosas del mundo) en 1925 por dos hermanos de New Haven (Connecticut) , Henry y Raynham Townshend, exalumnos de la universidad y miembros de una adinerada familia (dueña del cuadro por más de 40 años). La obra tenía más de 300 años y estaba bastante dañada, fue considerada durante mucho tiempo una representación de la Educación de la Virgen realizada por un pintor español desconocido. El lamentable estado de conservación de la pintura, que ha sufrido bastantes desperfectos, hizo que la pieza fuera almacenada y olvidada en los fondos del museo.

El lienzo estaba guardado junto con otros cientos de piezas en unos almacenes de New Haven debido a los trabajos de remodelación y expansión a que estaba siendo sometida la galería de la universidad. En el año 2004, un conservador de 32 años, John Marciari, centró su mirada en un lienzo de grandes dimensiones, muy desmejorado pero de gran calidad, que apenas estaba acompañado por la siguiente identificación "Anónimo, Escuela Española, Siglo XVII".


John Marcier, conservador de Arte Europeo del San Diego Museum of Art en una foto del año 2011.

El joven e inquieto Marciari no conseguía sacarse de la cabeza esa escena de Santa Ana enseñando a leer a la Virgen. Sin duda podía ver más allá del craquelado y las pérdidas de la pintura para intuir que detrás de esa composición, de esos trazos, se escondía uno de los grandes artistas españoles de todos los tiempos. Fueron intensas semanas de estudio y reflexión, pero apenas unos meses después tuvo un momento de revelación. El propio Marciari lo recuerda de esta manera: "el momento completo de epifanía cuando te dices a tí mismo, espera un minuto - espera, espera, espera. Se exactamente lo que es ¡Se parece a las obras del joven Velázquez!" (Smithsonian Magazine, abril de 2011)

En un ejercicio de expertizaje, Marciari comenzó a rememorar lo que sabía acerca de la etapa sevillana de Velázquez, intentando descubrir en este hallazgo similitudes con lienzos tan conocidos como la Vieja friedo huevos o Cristo en casa de Marta y Maria. La paleta de colores utilizada, el trazo, la composición y ese aire a bodegon que desprenden estas primeras obras parecían conducir a un mismo destino: ciertamente era un Velázquez escondido en un almacen.

Uno de los puntos que centró la atención de Marciari fueron las claras similitudes en cuanto a estilo y  técnica al compararla con otras obras de este período como el El Almuerzo, asunto del que se conservan dos obras de su autoría, una en el Hermitage de San Petersburgo (Rusia) y otra en el Museo de Arte de Budapest (Hungría). El estudio del rostro infantil, la forma de situar a los personajes en torno a una mesa , las figuras de los ancianos, el mencionado aire a bodegon que desprenden estas obras o el tratamiento de los paños refutaban su pensamiento inicial.




Lo cierto es que aquellos hechos e impresiones resultaban insuficientes para convencer al mundo de la academia y la crítica. Necesitaba realizar análisis, estudios, recabar informes y toda la información posible que refutara su hipótesis. En el mundo del arte las atribuciones a grandes maestros siempre hay que tomarlas con mucha cautela pues, a menos que se basen en datos irrefutables, siempre dependeran de la opinión o buen ojo de algún avispado historiador.


Imagen de rayos X comparada con la pintura atribuida a Velázquez.

Marciari era consciente del apasoniante reto que tenía por delante. Los análisis sobre la obra no tardaron mucho en comenzar y los resultados fueron más que satisfactorios. La obra fue sometida a una radiografía, los pigmentos, el lienzo y su preparación fueron analizados obteniendo así las primeras conclusiones de los laboratorios: todo ello coincidía con análisis similares realizados en obras de la etapa sevillana de Velázquez.

En 2005 Marciari se encontraba en posición de compartir sus descubrimientos con Salvador Salort-Pons, a quien se dirigió en un escueto e-mail en el que adjuntaba una imagen digital del lienzo y el siguiente texto: "Salvador, tengo en mis manos lo que creo que es una importante pintura, pero no quiero influir en tu opinión nada más que con ese dato. Dime lo que piensas" 

La noticia saltó a los medios. John Marciari atribuía la pintura a la mano de Diego Velázquez, por lo que una nueva obra se incorporaba al catálogo de uno de los grandes maestros de la pintura de todos los tiempos. La polémica está servida.

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