viernes, 12 de septiembre de 2014

Mediterráneo: del mito a la razón. Caixaforum Madrid



La Academia de Platón (detalle). Pompeya, 110-80 a.C. Mosaico. Museo Archeologico Nazionale di Napoli. Sprintendenza per i Beni Archeologici di Napoli e Pompei.

"Los que estamos entre las Columnas de Hércules y el río Fasis habitamos una pequeña porción de tierra, viviendo en torno al mar como hormigas o ranas en torno a una charca" Platón.




Cabeza de Platón. Según modelo griego, 14 d.C. - 37 d.C., Staatliche Antikensammlungen and Glyptothek Munich/Renate Kühling.

Hoy en día el término "Europa" es usado comunmente para referirse a la Unión Europea, una comunidad política a modo de pseudo organización internacional de la que emanan Reglamentos, Directivas y Decisiones que marcan el devenir de la política interna de sus países miembros. Pero la idea, esencia o alma europea, como queramos llamarle, no arranca con el Tratado de Roma celebrado en 1957, sino que hay que remontarse a las civilizaciones de la Antigüedad que poblaron un vasto espacio geográfico con un acervo cultural compartido en torno al Mediterráneo.

El rapto de Europa, siglo IV a.C., Allard Pierson Museum, Amsterdam

La exposición reúne 164 obras procedentes de numerosos museos europeos, en su mayoría inéditas, que muestran el embrionario proceso de formación de una sociedad europea a través de la evolución de su pensamiento, del mito a la razón. De ahí que la muestra se divida en áreas que exploran los principales factores que marcaron este proceso: la mitología, el cosmos, el espacio común y la persona.

Hércules con la piel del león de Nemea. Siglo II d.C. Mármol. Staatliche Kunstsammlungen. Hm, 159 Dresden.

En la mitología los dioses eran seres todopoderosos y temibles que usaban a los humanos como juguetes en sus luchas de poder o para su mero entretenimiento. La idea del viaje, la fascinación por el mar, sus misterios y peligros, marcan una época en la que el grado de civilización se medía por el dominio de las aguas. Relatos como la Odisea (obra atribuida a Homero), narración mítica del retorno al hogar del héroe Ulises tras su participación en la guerra de Troya, evocan la construcción de un imaginario común en torno al mar y al viaje por las rutas mediterráneas.

El origen de estos mitos tienen como fin el intento de explicar los enigmas que planteaba el cosmos, la supuesta morada de los dioses. La reflexión en torno a estas cuestiones existenciales, hizo que en el siglo VI a.C., en las costas jonias y en la magna Grecia, pensadores e historiadores intentaran aportar luz sobre la oscuridad. De tal modo, toda la corte olímpica de Zeus y sus excesos fue dando paso a una nueva generación de dioses más respetuosos con la convivencia y las ideas de democracia que comienzan a emerger en las ciudades.


Ulises y sus hombres huyendo de la cueva de Polifemo. Urna cineraria etrusca. Siglo II a.C. Alabastro, Rijksmuseum van Oudheden, Leiden.

A consecuencia de una grave crisis política y social que azotó a la Grecia de finales del siglo VI a.C., la democracia y sus valores se fueron imponiendo en las ciudades. El pueblo se encontraba cansado de largos años de sometimiento bajo el yugo de regímenes monárquicos u oligárquicos injustos, por lo que optaron por apoyar a una serie de tiranías que, bajo el respaldo popular, fueron imponiendo los ideales de equidad y libertad de expresión, base de la cultura democrática actual. 

La ciudad se convierte en un espacio común que se refleja en su propio urbanismo. Así, ciudades como Atenas, empiezan a dividir el ámbito público según las funciones destinadas a los mismos. Surgen espacio reservados para el culto religioso, para el poder y la vida social (el ágora), y espacios destinados para la socialización, el entretenimiento y el intercambio de ideas tales como el teatro, las estoas o las galerías porticadas. Es el período de la divinización de los valores cívicos.

Pero el párrafo anterior no debe llevarnos a equívocos. No hablamos de una sociedad totalmente igualitaria. La democracia ateniense no consideraba ciudadanos a los extranjeros, ni a los esclavos ni a los miembros de algunas sectas religiosas, y tampoco consideraban como tales a las mujeres. Si hacemos un pequeño paralelismo con la sociedad actual, salvando los siglos de distancia, da escalofrios pensar en lo poco que hemos evolucionado en algunos aspectos en nuestra tan "madura" democracia actual.


(Izq.) Plato ático con escena femenina. Cuma, 490-480 a.C. Cerámica figurada. Sprintendenza per i Beni Archeologici di Napoli e Pompei.
(Der) Cabeza de Tique, la Suerte. Corinto, siglo II d.C. Mármol. Archeological Museum of Ancient Corinth. Hellenic Ministry of Culture and Sports

El desarrollo social lleva aparejado un crecimiento del deseo de individualidad, de traspasar las barreras de la muerte y un culto hacia la persona frente a la colectividad. El mito de Narciso o la proliferación de retratos, muestran la trascendencia del alma, invisible e inmortal frente a lo matérico y terrenal. Surgen así los dioses redentores, con un origen sobrenatural como los olímpicos, pero con una notable diferencia, pues empatizan con la vida de los hombres: corrían su misma suerte y padecían sus mismos males en pos de la redención de sus faltas. 

En definitiva, la exposición ofrece un delicioso y ameno recorrido desde lo mítico y sobrenatural, hasta lo cotidiano e íntimo del ser humano. Un viaje a un pasado común que nos hace reflexionar acerca de lo que somos hoy día como sociedad y como individuos. Sin duda una muy recomendable muestra que podremos disfrutar hasta el 5 de enero de 2015.

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