En la Capilla de los Magos (1459-1461) del Palacio Medici
Ricardi de Florencia, se encuentra una de las más bellas representaciones
artísticas de los Reyes Magos, obra del
pintor Benozzo Gozzoli (1421-1497).
La pintura al fresco abarca la totalidad de la
estancia, dividiendo los espacios en torno a las figuras de los tres reyes y
sus respectivos cortejos. Es la representación de la cabalgata de estos conocidísimos
personajes en su camino al portal de Belén, donde se procederá a la adoración
del recién nacido y le entregarán sus presentes.
La pared este (en referencia al origen asiático
del protagonista) es la dedicada al rey Gaspar y todos sus acompañantes. Su
regalo para el recién nacido es el incienso (símbolo de la fe) y sus rasgos
representan la juventud.
En el siguiente muro de la estancia (en el lado sur), el cortejo representado
es el presidido por el rey Basaltar, originario de África. Un hombre maduro
vestido de verde (símbolo de esperanza) que ofrecerá la mirra (usada para el
rito embalsamado, por lo tanto, es símbolo de la mortalidad) al niño Jesús.
Por último, el tercero de los reyes es
representado en la pared occidental: Melchor. Su ofrenda es el oro, presente
digno de reyes y relacionado con la caridad; de tal modo los tres protagonistas
reflejan, a través de sus atributos y símbolos, las virtudes teologales: fe,
esperanza y caridad. Melchor, aparece como un hombre anciano, pues es la última
etapa de las edades del hombre que también manifiestas los reyes magos.
La capilla es, además, una exposición de retratos
de los ilustres comitentes de la obra y otras familias importantes de la época relacionadas
con los Medici: así aparecen acompañando a los reyes Cosme “el Viejo”, Piero y
Lorenzo de Medici, Galeazzo María Sforza, etc.
Todo el conjunto se encuentra enmarcado por unos
hermosos paisajes ondulantes, con escenas de caza de aspecto claramente
cortesano, irradiando nobleza en cada personaje y actividad que desempeñan. La
obra de Gozzoli todavía bebe de las influencias de los últimos coletazos del gótico
(como en el uso del pan de oro), demuestra su conocimiento del arte clásico y
de la pintura flamenca. Sin duda una obra maestra del Renacimiento
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