martes, 18 de febrero de 2014

450 aniversario de la muerte de Miguel Ángel



 Miguel Ángel Buonarroti, detalle de el Moises, 1513-1515, Iglesia de San Pietro in Vincoli, Roma.

Hoy se cumplen 450 años de la muerte de unos de los artistas más trascendentales de la historia del arte occidental: Miguel Ángel Buonarroti (Caprese, 6 de marzo de 1475 – Roma, 18 de febrero de 1564). 







Miguel Ángel Buonarroti, David, Galería de la Academia, Florencia.

Leyenda en vida, era considerado por sus contemporáneos como el Divino. Su vida fue recogida por algunos de los primeros historiadores del arte,  como Giorgio Vasari, que en su primera edición de Le Vite de' più eccellenti pittori, scultori, ed architettori, publicada en 1550, no escatimaba alabanzas hacia Buonarroti o la Vita de Michelongo Buonarroti racolti per Ascanio Condivi publicada en 1553.

Hoy día el legado de Miguel Ángel sigue presente entre los historiadores del arte más destacados. Esto nos debería llevar a preguntarnos qué es lo que hace a este artista destacar sobre el resto. A mi modo de ver es un innovador, un creador en el amplio sentido de la palabra, que supo labrar su camino a base de un esfuerzo y una constancia digna de alabanza.


Miguel Ánge Buonarroti, Tondo Doni, 1503, Galeria Uffizi, Florencia. 

Para Miguel Ángel el objetivo del arte es la belleza, y como Leonardo, apoya la creatividad del artista, pues no sólo se sirve de la naturaleza, sino que completa la belleza de lo existente. El propio Miguel Ángel dedica estas palabras a la labor del artista: 

con cincel y colores has realizado una obra de arte igual a la naturaleza, pero tu mano aún la ha superado haciendo su belleza más bella todavíaSONETO XI, Miguel Ángel. En TATARKIEWICZ, Wladyslaw. Historia de la estética III. La estética moderna 1400-1700. EDitorial Akal, Madrid, 2004, p-176.)


Es un arte que pasa por la razón, entendida en sentido platónico del artista que realiza las imágenes, ideas y visiones que residen en su mente, por lo tanto el arte procede de una visión intelectual. Su pintura se caracteriza por este componente intelectual que no procede de los conocimientos geométricos, ópticos o anatómicos, sino de un proceso reflexivo para lograr el sentido a través de lo visual, estableciendo una relación entre el saber y el arte.
 
A diferencia de Rafael, cuyo arte era más estético, Miguel Ángel dota de movimientos violentos a sus figuras, modificando sus proporciones y huyendo del canon. Ya en su época opinaban que el primero se caracterizaba por facilità, varietà, grazia, un arte regido por las reglas, el orden y el equilibrio, y Miguel Ángel por profundità y terribilità, apreciando la divina gracia del uno, y la fuerza del otro.


Miguel Ángel Buonarroti, Detalle de El Juicio Final, 1536-1541, Capilla Sixtina, Museos Vaticanos, Ciudad del Vaticano.

 
A lo largo de su carrera, Rafael experimenta una evolución hacia formas menos suaves y delicadas, investigando con la vida, el movimiento y los escorzos, como en el magnífico fresco de El incendio del Borgo de las estancias vaticanas donde estos elementos se combinan para acentuar el momento trágico en el que nos encontramos. Se hace patente la influencia cada vez más acusada de las figuras escultóricas de Miguel Ángel y su grandiosidad, que en esas mismas fechas se encontraba trabajando en los frescos de la Capilla Sixtina. Incluso en su época más “clásica”, la correspondiente a los frescos de la Capilla Sixtina, se aprecian estos rasgos de su arte, que progresivamente se llenaría de licencias hasta llegar al Juicio Final, del que se dijo que carecía de la “bella maniera” clásica. 

 
Miguel Ángel Buonarroti, detalle de la Piedad florentina, hacia 1550, Museo dell´Opera del Duomo, Florencia.


Pero lo que resulta sorprendente en Miguel Ángel es que cuanto más rompe las normas y contorsiona sus figuras, parece que estas se vuelven más sólidas, más firmes en sus movimientos y en sus contornos. La razón la encontramos en su forma de trabajar, concibiendo desde un principio que la figura se encuentra contenida en el bloque de mármol, por lo que su labor de “limita” a liberarla de la piedra, ya que su tarea como escultor, como él mismo decía, era la de quitarle al bloque lo que sobraba. Miguel Ángel tiene la idea de la belleza en la génesis de su obra, y el resultado es una obra modélica. Convierte en corpórea la belleza incorpórea, sus obras traslucen la Idea. Para Ficino es esta indeterminación, el reflejo de lo interno en lo externo, lo que hace que sus esculturas parezcan vivas. 

Miguel Ángel es canon, perfección, pero sin adscribirse a las tesis de Alberti, aunque este desprecio a las reglas no le convierte en manierista, porque si así fuera este movimiento no tendría sentido. En definitiva su arte se puede considerar modélico, ya que hace cosas que sólo puede hacer él, convirtiéndose en el ejemplo del don divino del que disfrutan los artistas del Renacimiento. Su belleza es modélica, para Ficino el valor de lo bello es el máximo, superior al bien, una prueba de la existencia de Dios (la belleza suprema para los cristianos), por lo que el artista hace algo que no está al alcance de todos los humanos, por eso son divinos. Esta misma idea del artista como ser capaz de mostrar la existencia de divinidad creadora es recogida por Gombrich en referencia a Buonarroti:

 Miguel Ángel Buonarroti, escena de La creación de Adán, 1511, Capilla Sixtina, Museos Vaticanos, Ciudad del Vaticano.

Cuando extiende su mano (Dios Padre), no sólo toca el de dedo de Adán, sino que casi podemos ver al primer hombre despertando de un sueño profundo para contemplar a su hacedor. Uno de los mayores milagros del arte es éste de cómo llegó Miguel Ángel a hacer del toque de la mano divina el centro y punto culminante de la pintura, y cómo nos hizo ver la idea de omnipotencia mediante la facilidad y el poder de su ademán creador.” ( GOMBRICH, E. H. La historia del arte. Phaidon Press Limited, Nueva York, 2008. p. 312.)


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