lunes, 3 de febrero de 2014

De viaje: Gallería Borghese. Roma


En la entrada anterior me pareció que la Galería Borghese se merecía unas cuantas líneas más. Por el mero hecho de contener esas tres magníficas obras de Bernini debería situarse entre los grandes museos del mundo, pero no sólo de Bernini vive su colección. Sin duda es apabullante la cantidad de grandes nombres que en ella se juntan: Caravaggio (nada menos que seis de sus mejores obras), Cánova, Rafael, Perugnino, Cranach, Corregio (su magnífica Dánae), Bronzino (y su archiconocido San Juan Bautista), Guido Reni, Rubens, Domenichino o Tiziano (y su deliciosa obra Amor sacro  amor profano). Es por ello que mi visita a este museo era una cita ineludible de mi viaje a Roma.




Tiziano, Amor sacro y amor profano, 1515-1516.

Corregio, Dánae, 1530.

No puedo decir que fue una sorpresa mi llegada a la villa pues, aviso para todo aquel que quiera ir, es necesario reservar la visita con al menos dos días de antelación. Ello permite disfrutar de un museo sin las grandes aglomeraciones que podemos encontrar en el Prado o en el Louvre, algo que es de agradecer y mucho, pues demuestra el cuidado que gestores y conservadores priman en el gobierno de la institución.

Fachada principal de Villa Borghese.

G. Baglione, pintor y crítico de arte, describía la Villa, obra de su contemporáneo el Papa Borghese (1605-1621): "Fuera de puerta Pinciana hizo edificar un bonito palacio en una Viña suya, o Jardín, o Villa, como quiera que se llame, en la que se encuentran todas las clases de delicias que desear, y tener en esta vida se pueda, toda adornada con bellísimas estatuas antiguas, y modernas, de pintores excelentes, y de otras cosas preciosas con fuentes, pesquera, y otras linduras..."El palacio original empezó a construirse en 1560 por Martino Longhi u Flaminio Ponzio, autor del patio.

Caravaggio, La virgen de los palafreneros, 1606.

Fue la familia Borghese, que aportó algunos de los puestos más relevantes del Vaticano, la que dió su aspecto definitivo a la residencia. La gloria familiar y el poder papal encuentra su reflejo perfecto en esta villa suburbana y su colección artística. En ella el modelo renacentista es subvertido mediante una fachada barroca remodelada en 1670 por Carlo Rinaldi, que destaca por la decoración escultórica, su terraza saliente y la forma de U.

Más allá de su gran colección artística, es una de las visitas más recomendables de Roma. No es un museo que resulte cargante o sobrecogedor. Su escala humana al ser concebido como una residencia, el control de visitantes y la relajación y tranquilidad que se respira en todas las salas hacen que la experiencia para el visitante compense hasta el último euro gastado en la entrada.


 Tempieto di Esculapio

Para poder llegar a la Galería hay que atravesar los grandes jardines que rodean la villa, se trata del parque público más grande de la ciudad, su verdadero pulmón y centro de esparcimiento de los habitantes de la ciudad. El paseo, jalonado de hermosos ejemplares de flora mediterránea, ofrece algunos regalos como el caprichoso lago con un pequeño templete dedicado a Esculapio. Sin ninguna duda os digo que no dejéis pasar la oportunidad de dedicar una jornada a esta escapada.



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