sábado, 15 de febrero de 2014

Museo Sorolla de Madrid. Fiesta y Color, la mirada etnográfica de Sorolla.

Hace poco tuve la oportunidad de saldar una de las cuentas pendientes que tenía con el Museo Sorolla de Madrid. La verdad es que había dejado pasar demasiado tiempo sin visitar esta casa-museo, uno de esos pequeños grandes caprichos que esconde esta ciudad.
 Joaquín Sorolla, Paseo a orillas del mar, 1909, Museo Sorolla, Madrid.



En pleno centro de la capital se esconde una casa señorial de finales del siglo XIX propiedad en su tiempo de la familia Sorolla, sede del taller del gran Joaquín Sorolla y Bastida (Valencia, 27 de febrero de 1863 - Cercedilla, provincia de Madrid, 10 de agosto de 1923), de su colección privada de obras de arte y objetos decorativos y de infinidad de historias familiares.   


Al atravesar la puerta de entrada que da al bullicioso Paseo del General Matínez Campo, el visitante se ve sorprendido por un pequeño y coqueto jardín que acoge parte de la ecléctica colección de escultura de los Sorolla. Entre antiguos escudos nobiliarios, azulejos de Talavera, esculturas clásicas y reminiscencias árabes, accedemos al museo, con una colección de obras de Sorolla que casi no caben en las paredes. Simplemente apabullante.



 Dos imágenes del estado actual del taller de Sorolla.

A mi modo  de ver, lo más interesante es adentrarse en el sancta sanctorum del Sorolla artista: su taller. Tenemos que imaginar un espacio adornado con telas, colgaduras y alfombras junto con objetos decorativos de su colección privada de las más diversas procedencias. El pintor intervino directamente en la distribución de los ventanales y los puntos de luz para dotar al espacio de la mayor luminosidad posible permitiendo a Sorolla trabajar en su casa los días en los que el tiempo no acompañaba. Además era un espacio que por sus dimensiones le permitía desarrollar uno de los géneros que más fama le proporcionó, el retrato.

El magnífico lienzo Paseo a orillas del mar con el que daba comienzo este post siempre estuvo en éste su taller. La protagonista de la pintura es su mujer Clotilde, y es que Sorolla hace de los retratos familiares y los paisajes una de sus señas de identidad. Géneros en los que podía desplegar su libertad artística y experimentar con la técnica.

Los paisajes de Sorolla refejan su realismo naturalista, las cuidadas composiciones y el magnífico uso de la luz, que explotaría tras su estancia en Javea. Su pincelada en ocasiones ancha y matérica, y en otras diluida y detallista, siempre consigue unos efectos luminosos nunca antes vistos en la pintura española, lo que le valió el apelativo de  pintor de la luz.

Sorolla también destacó sobremanera en los temas costumbristas. A finales del siglo XIX el género dominante en España era un realismo naturalista de corte social que Sorolla dominaba y con el que se impuso en la mayoría de los concursos de pintura a los que presentaba sus obras (no olvidemos la gran serie que realizó para la Hispanic Society of America). Son obras en las que la parte social se debe más al título que a lo representado, pero cuya calidad y maestría son incuestionables.

La exposición temporal que actualmente se puede ver en el Museo Sorolla aborda la faceta etnográfica del pintor. Bajo el título Fiesta y Color se analiza el viaje que realizó Sorolla por diferentes regiones de la geografía española en busca de las particularidades que mejor las representaran con el fin último de cumplir con el encargo de decorar la biblioteca de la Hispanic Society of America (Nueva York).

El objetivo de sus viajes era la realización de los bocetos, dibujos y gouaches de tipos populares, paisajes y celebraciones, para poder llevar a cabo ese gran encargo. También aprovechó para adquirir trajes de fiesta y de trabajo, joyería y complementos que le ayudarían en su trabajo en el taller y pasarían a formar parte de su colección privada. Sus lienzos adquieren el carácter fresco y naturales de los personajes a los que retrata que, como él mismo señalaba, estaban a punto de desaparecer:

" Habrá usted observado que toda la España pintoresca va desapareciendo, usted y yo vestimos como los ingleses; tomamos te; nos bañamos; para ver a los campesinos de la huerta con zaragüelles hay que esperar una fiesta; pues eso es lo que hay que atrapar" (Abelardo Fernández Arias "Sorolla", Revista por esos mundos, Madrid, 1913)

Joaquín Sorolla, Vista de Ávila, 1912, Museo Sorolla, Madrid.

"... la región que más me ha emocionado, sin hacer literatura -porque yo nunca hago literatura pintando- es Castilla. Hay en Castilla una conmovedora melancolía. Las cosas adquieren allí un vigor extraordinario. Una figura en pie en aquella gran planicie toma proporciones de un coloso". (Sorolla, entrevista en Alejandro Lugín Pérez "La capa de Sorolla y la montera de Huntington", Heraldo de Madrid, 1915).

Sinceramente, no podría describir de mejor manera lo que significa Castilla. Palabras que podrían ser compartidas por otros artistas y literatos de su época que consideraban esta región como la espina dorsal de la esencia de España, eje central de la cultura, la economía y de buena parte del alma de nuestro país. 

Joaquín Sorolla, Vista de Toledo, 1912, Museo Sorolla, Madrid.

Sorolla dedicó varios años a recorrer Castilla realizando bocetos y dibujos que podemos reconocer en el gran panel de la Hispanic Society Castilla. La fiesta del pan. Aunque si hay una región con la que asociamos a Sorolla esa es Valencia. Pese a residir en Madrid, siempre se consideró valenciano. Las obras que más fama y éxito le proporcionaron le deben mucho a la luz del Mediterráneo, de la costa levantina.

(izq.) Antonio García Peris, Clotilde vestida de labradora valenciana, 1889-1890. Reproducción, Museo Sorolla. (Der.) Traje de valenciana, perteneciente a María Sorolla García. Adquirido antes de 1906. Fundación Museo Sorolla.

La familia de Sorolla se vestía con los trajes típicos de cada región. Esta costumbre era típicamente de las clases burguesas y aristocráticas, entre quienes el pintor tenía buenos amigos y, en definitiva, estamento al que pertenecía. María, su hija, utilizaba el traje de huertana o valenciana para posar en varios de los retratos que le hizo su padre.


Joaquín Sorolla, Tipos del Roncal, 1912, Museo Sorolla.

Sorolla tambíen realiza viajes por los valles navarros del Roncal, Isaba o Roncesvalles. Aprovechando el verano de 1912, cuando se encontraba en Castilla, y algunas escapadas que realizó mientras vivía en Jaca en 1914, realizó los bocetos y dibujos preparatorios del gran panel Navarra. Concejo del Roncal.

En este breve recorrido por las regiones y fiestas populares que Sorolla retrató no podría faltar Andalucía. Para Sorolla Sevilla es de lo poco que va quedando de lo "viejo" en España. Entre 1914 y 1915 realizará cuadros de gitanas, dibujos y esbozos de composiciones de bailaoras de flamenco, especialmente de La Argentinita, una de las grandes intérpretes españolas de principios del siglo XX que llevó en baile español por todo el mundo y que Sorolla veía bailar en el conocido Café Novedades.


(Izq.) Joaquín Sorolla, Estudio para la Cruz de Mayo, 1914, Museo Sorolla. (Der.) Vestido de Argentinita, 1917, Fundación Argentinita Pilar López.

Sin duda esta exposición no sólo retrata el arduo trabajo de campo de Sorolla para la realización de los paneles en la Hispanic Society, también es el reflejo de una época pasada que sin duda pervive en gran parte de los tópicos que han llegado hasta nuestros días sobre nuestro país.

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