jueves, 30 de enero de 2014

Gian Lorenzo Bernini y sus grandes obras para Scipione Borghese.



 Alma maldita

Hoy aprovecho para escribir sobre uno de esos artistas de los que siempre apetece hablar. Se trata del arquitecto, dibujante, pintor, pero sobretodo escultor, Gian Lorenzo Bernini (1598-1680). Un artista que perteneció a la misma generación de Borromini, un año mayor que Van Dyck y Velázquez y ocho que Rembrandt.




Este conjunto escultórico lo vi por primera vez en uno de los museos más impresionantes de Roma. Se trata de la Galería Borghese, una exquisita colección de arte exhibida en uno de las villas más hermosas de la ciudad.

Bernini nació en una familia humilde, lo que no impidió que desde su más tierna infancia destacara como un dibujante y escultor excepcional. A su llegada a Roma aprendió de la maestría de las obras de Rafael, Miguel Ángel  Giulio Romano en el estudio de la anatomía y el "disegno". Pero será con su contacto con las obras de Caravaggio cuando su arte amplia sus fronteras a través de la observación de las expresiones humanas, en obras como "Alma Maldita", que algunos consideran como un posible autorretrato.

Cuando entra en contacto con el cardenal Scipione Borghese su prestigio experimenta un crecimiento exponencial. Para él realizó tres grandes obras: Plutón y Persefone, Apolo y Dafne, y el David.

 Pluton y Perséfone

El primer grupo escultórico representa a Plutón, el rey de los infiernos, raptando a Proserpina, hija de Gea, la tierra. La madre pide a Júpiter la vuelta de su hija a la tierra por seis meses, pasando el resto del año en los infiernos. Es por ello que la tierra se cubre de flores en primavera para recibirla.

Muestra el momento álgido del asunto, influenciado por Giovanni Bologna y su rapto de las Sabinas, pero con un nuevo enfoque para producir un mayor impacto en el espectador, que debe englobar la acción desde un solo punto de vista, dotando a la pieza de enfoque mas pictórico que conceptual.


Sin duda esta obra destila un profundo sentido erótico fruto de la libertad creativa de Bernini. Es una belleza que huye de los modelos estáticos del arte clásico para adentrarse en el dramatismo barroco más sensual.

 Apolo y Dafne

El segundo asunto procede de las Metamorfosis de Ovidio. Éste nos cuenta como Apolo se enamora de la ninfa Dafne, que ante la persecución del dios, no encuentra otra escapatoria que suplicar ayuda a las divinidades:

...Apenas acabado el ruego, un pesado entorpecimiento se adueñó de sus miembros: su blando pecho es rodeado de fina corteza, sus cabellos crecen como hojas, sus brazos como ramas; su pie, hace poco tan veloz, se queda fijo con lentas raíces, el lugar de su rostro lo tiene la copa: en ella permanece solamente su belleza... (Ovidio, Metamorfosis, Libro I versos 548-553)


Apenas con veinticuatro años de edad, entre 1622-24, crea una verdadera obra maestra en la que nuevamente capta el instante crucial, siendo especialmente impactante el rostro de Dafne, posible influencia de Caravaggio o de Guido Reni (su pintor favorito y también uno de los míos). La figura de Apolo es casi una imitación del Apolo Belvedere, del que copia postura, expresiones y facciones.

La justificación de este tema pagano en la casa del cardenal aparece en un dístico moral grabado en forma de papel en la base: quién ama seguir las huidizas formas de la diversión, al final encuentra hojas y bayas amargas en la mano.

Estas obras tienen una cualidad de excesos propios de la inmadurez, de la búsqueda del virtuosismo por sí mismo, que contrasta con las obras más ricas de su madurez.


El David es una obra mucho más compleja que las anteriores.Trás la figura principal se aprecia la coraza, excesivamente grande, que el rey Saúl prestó a David, así como el arpa que tocará tras su victoria, que aparece rematado por una cabeza de águila, símbolo de la familia Borghese.

Casi todos los autores llegan a una conclusión errónea sobre su fecha de realización al ser la obra psicológicamente mas avanzada del conjunto Borghese. En todas las versiones anteriores de este asunto, el protagonista tenia el objeto de su atención visible y a mano, sin embargo, el enemigo de David en la escultura de Bernini no esta presente. La complejidad de la obra viene dada por la fusión de tres niveles de existencia: el de la escultura, el de los espectadores reales, y un enemigo invisible. Es por ello que según el punto de vista que adoptemos podemos percibir una escultura distinta: el lado derecho muestra el movimiento de David, de frente, en cambio, aparece detenido, y en una visión lateral se aprecia un equilibrio rítmico entre la zancada y la quietud de David.

Trás lo visto en los tres grandes ejemplos escultóricos anteriores queda claramente demostrado que Bernini, sin lugar a dudas, es espejo de la maestría, de la belleza, del dramatismo y la teatralidad barroca más exquisita.

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