El París de Eugène Atget

Jean Eugène Auguste Atget
 
(12 de febrero de 1857,Libourne, Gironda (Francia)- 4 de agosto de 1927, París)

Durante sus primeras décadas de vida sus intereses derivaban más hacia el arte dramático que hacia la fotografía, pero fue una grave afección de garganta la que produjo un giro definitivo en su carrera. Su labor como fotógrafo es la de recoger el testimonio de un Paris desconocido, el viejo Paris que sufriría las consecuencias de las reformas del plan de Georges-Eugène Barón Haussman y sus grandes avenidas.

En su afán de registrar su ciudad, no se limitó a retratar la arquitectura más monumental, bellos jardines o antiguas iglesias, sino que presto una atención inusitada y empática hacia todos aquellos que dotaban de humanidad a sus calles. De tal manera los feriantes, pequeños comerciantes, vecinos y transeúntes se convierten en los protagonistas de las obras de Atget. Personajes retratados con una modernidad que recuerda (o más bien anticipa) a los grandes retratistas americanos de los años 40 y 50 como Walker Evans o Robert Frank.

 

 Incluso en aquellas imágenes en las que desaparece el individuo, es donde el carácter más íntimo del artista refleja sus inquietudes en extrañas composiciones que, de no ser por el título, destilan una extrañeza que sin duda fascinó a artistas surrealistas como Man Ray.

En definitiva, esta primera entrada en el blog me gustaría que ejerciera de puerta hacia una verdadera modernidad en la fotografía de la mano de un artista que no fue reconocido como tal en su tiempo, más preocupado por su supervivencia, por la fidelidad a sus principios y a su visión de una ciudad que amaba, que por mostrarse interesado por los avances técnicos que sin duda le hubieran relegado a otro puesto en la historia de la fotografía. A través de su mirada nos muestra una ciudad que aquellos que la conozcan redescubrirán a través de aquellos barrios y gentes que ya no existen. Sin duda para todos es un viaje a un pasado que resulta muy actual a través de los ojos de un artista que lo vivió de primera mano, no como mero espectador, sino como actor y protagonista de su propia obra.