lunes, 6 de enero de 2014

La Adoración de los magos de Juan Bautista Maíno.

Juan Bautista Maíno, La Adoración de los Reyes Magos, 1612-14, Museo Nacional del Prado, Madrid.

El pasado 25 de diciembre os felicitaba la Navidad con La Adoración de los pastores de Juan Bautista Maíno. Hoy aprovecho para compartir con vosotros otra de las obras que formaban parte del retablo mayor de San Pedro Martir que los monjes dominicos de Toledo encargaron al pintor, tras su vuelta de su viaje a Italia, con el tema de las cuatro pascuas: Navidad, Epifanía, Resurrección y Pentecostés.

El asunto de esta obra encuentra su fuente escrita en el Nuevo Testamento (Mateo 2, 2-12) que narra la Adoración de los Reyes Magos al Niño Jesús en presencia de la Virgen María, San José y dos criados. La divinidad se hace presenta mediante el uso místico de la luz que emana de la estrella que les guió a Belen. como Caravaggio, su uso de la luz hunde sus raices en la mística de Platón o San Aguntín. 

Esta magnífica obra, una de las adoraciones de los magos mas bellas nunca realizadas, muestra el conocimiento de la cultura de los textiles que adquiró en la villa de Pastrana donde se crió. Elementos que nos hablan del mundo material de los reyes postrados ante el niño Jesús, como en el refinamiento del tocado de plumas de Baltasar, la calidad de las telas, los reflejos metálicos de las copas e incluso en la naturaleza que rodea las ruinas, ejemplos todos ellos del maravilloso dominio de las superficies de Maino. 

El escenario es realmente sorprendente, pues se trata del Coliseo de Roma, cuya presencia tiene una doble lectura en el Toledo del momento: su estancia en Roma (donde estudió las ruinas romanas), y la idea de renovación simbolizada en la figura del niño recien nacido (frente al Coliseo, lugar de sacrificio durante años de los primeros cristianos). 

Como dato curioso señalar que nos encontramos ante un posible autorretrato en el paje de tocado renacentista, a la manera en la que Caravaggio lo hizo en algunas de sus composiciones, que anuncia a los que vienen detrás de que el nacido está allí.

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