Antes (izq.) y después (der.) de la
restauración de El Expolio de Cristo.
Hace unos días tuve la
oportunidad de ver la obra recientemente restaurada de El Expolio de Cristo
(1577-1579) de Doménikos Theotokópoulos, en griego Δομήνικος Θεοτοκόπουλος, El
Greco (Candía, 1541 – Toledo, 1614). Se trata de una
de los primeros encargos que recibió el cretense a su llegada a Toledo cuyo
tema, poco común (como casi todo en la biografía de este artista), refleja el
momento en el que Cristo es privado de sus ropas (a resaltar el magnífico
trabajo en color escarlata de las ropas talares de Cristo) tras su ascensión al
Monte del Calvario, donde se llevará a cabo su crucifiixón. Actualmente esta
obra forma parte de la colección de la Catedral primada de la capital manchega, a la que volverá con su recuperado
colorido original para las conmemoraciones que se avecinan con motivo del
cuarto centenario de la muerte de El
Greco, que se celebrará en 2014.
Esta pequeña exhibición resulta especialmente atractiva porque es una de esas raras oportunidades que se presentan en los museos de nuestro país para comprender la importancia del estudio técnico (en este caso son la reflectografía infrarroja y la radiografía de la pintura) previo a la restauración de una obra de tal magnitud, más aún cuando detrás de la misma está el magnífico equipo humano del Prado. Especialmente reseñable es la figura del restaurador Rafael Alonso, por cuyas manos han pasado obras de la talla de El Pasmo de Sicilia de Rafael Sanzio (con esto creo que queda todo dicho).
Técnicos
inspeccionando la obra en la Catedral de Toledo antes de su traslado al
Museo del Prado.
Para todos aquellos que os
consideréis neófitos en la materia (yo incluido), explicaré muy brevemente (lo
prometo), en que consiste el estudio técnico prevo a una restauración como la
que ahora nos ocupa.
A lo largo de la historia muchos
pintores aprovechaban (o reciclaban mejor dicho) un lienzo ya pintando para desarrollar otra composición.
Esta práctica era típica de artistas tan conocidos como Tiziano o Goya y
continúa hasta el arte contemporáneo, pero ¿Cómo se ha podido detectar estos
cuadros ocultos dentro de otros cuadros?
Gracias a los avances
tecnológicos aplicados al estudios del arte, detalles que se escapan al
espectro visible por el ojo humano, empiezan a desvelarse gracias a los
estudios mediante radiciones ultravioletas (que detectan alteraciones de capas
pictóricas o repintes a través de manchas negras), radiaciones infrarrojas
(detectan el dibujo subyacente, algo muy común en pintura flamenca realizada
mediante veladuras o el obras del primer renacimiento) y placas de rayos X (se
aplican radicaciones de rayos X y se detecta aún más a fondo lo que se esconde
detrás).
Para ilustrar estas cuestiones
que pueden resultar un poco farragosas, valga el ejemplo de José Gutierrez
Solana y su archiconocida obra La
tertulia del café Pombo. En ella aparece Ramón Gómez de la Serna, que
lleva en su mano el libro Pombo, donde habla de sus amistades que pasaban por
el café literario. Ahora vemos como debajo del café Pombo aparece otra imagen
sobre la que estaba pintada. Es un tema religioso, donde discernimos una virgen
en el centro y una muchacha agachada. Gracias al estudio técnico mediante rayos
X, se observa cómo ocultó esa composición y
giró el soporte para pintar la obra del café Pombo.
En el caso de El Expolio de El Greco los estudios técnicos no son
tan efectistas. Pero lo que podría parecer una decepción a simple vista, es una
constatación de la magnitud del encargo. El pintor tuvo que realizar
gran cantidad de bocetos y estudios preparatorios para afrontar con total
seguridad y sin repintes una obra de semejante tamaño e importancia. Tan sólo
unas pocas rectificaciones se aprecian en torno a la cabeza de Cristo
(trabajada mediante pinceladas entrecruzadas) y el madero.
(izq.)
Reflectografía infrarroja (der.)
radiografía.
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