Francis Sartorius, La explosión de la fragata española Nuestra Señora de las Mercedes en combate del Cabo Santa María, el 5 de octubre de 1804, 1807, óleo sobre lienzo. National Maritime Museum, Greenwich, London.
Esta exposición casi pudiera parecer que se trata de una novela de ficción sobre piratas, tesoros, misiones de estado y expolio artístico. Pero nada más lejos de la realidad, se trata de una muestra que podría ser el epílogo de un largo viaje que comenzó por el año 2007 cuando el cazatesoros Greg Stemm localizó un barco por error que se trataba de uno de los mayores yacimientos de arqueología subacuática: Nuestra Señora de las Mercedes.
El pecio se trataba de un famoso navío, la mencionada Nuestra Señora de las Mercedes, una fragata que en el siglo XVIII pertenecía al estado español y, que tras ser botada en el puerto de la Habana en 1786, debía recorrer la ruta comercial que unía los territorios americanos con la península ibérica.
A comienzos del siglo XIX, cuatro fragatas: Medea, Mercedes, Fama y Clara, partían del puerto de Montevideo con destino a Cadiz y con una valiosísima carga capitaneada por el marino Don José bustamante. El objetivo era financiar a las tropas napoleónicas en su campañas europeas, lo que movilizó a las tropas inglesas pese a los tratados de paz firmados por ambas naciones.
Imagen de la exposición con parte de las monedas recuperadas de la fragata.
El inesperado combate con los navío británicos (siempre al acecho de los españoles) tuvo como consecuencia el hundimiento de la embarcación tras una violenta explosión. Más de 250 tripulantes murieron durante el ataque, y con el buque desapareció un tesoro de más de 500.000 monedas de oro y plata acuñadas en Lima en el año 1803. Además, este hecho histórico fue el desencadenante de la ruptura de la paz entre ambas naciones y preludio de la archiconocida batalla de Trafalgar.
(Izq.) Ocho reales, anverso, 1804, plata, Lima. (der.) Ocho escudos, anverso, 1803, oro, Lima.
El accidental descubrimiento en el año 2007, en las aguas del entorno de la bahía de Cádiz, por la empresa estadounidense Odissey Marine Exploration, con sede en Tampa (florida), inició un proceso judicial por la propiedad del magnífico tesoro. Tras aclararse las dudas sobre la identidad de los restos, el estado español puso en marcha el plan de recuperación del patrimonio expoliado.Un proceso que se prolongaría 5 años en los juzgados estadounidenses, resultando casi tan largo como mediático.
El resto de la historia hasta la llegada del Hércules en 2012, que trasladaba el tesoro a territorio español, es bien conocida por todos. Hoy día podemos disfrutar en nuestro país de un magnífico tesoro numismático que ya forma parte de la colección permanente del museo Nacional de Arqueología Subacuática de Cartagena (Murcia). Esta muestra inaugura el progama de exposiciones temporales del nuevo Museo Arqueológico Nacional, con una subsede en el Museo Naval (que esperemos le proporcione nuevos y fieles visitantes en el futuro). Pese a la grandeza del tesoro material, es una desgracia que toda la información que podría haberse obtenido del yacimiento arqueológico subacuático se haya perdido por la ambición desmedida de un grupo de empresarios más interesados en el capital que en la cultura.
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