miércoles, 25 de diciembre de 2013

Feliz Navidad!

Adoración de los pastores. Juan Bautista Maíno. Óleo sobre lienzo, 315 x 174 cm. 1611-1613. Madrid, Museo Nacional del Prado

 
Quiero aprovechar estas fechas para felicitaros la Navidad compartiendo con todos vosotros una de mis obras favoritas sobre este asunto: La adoración de los pastores de Juan Bautista Maíno.


Es una obra marcada por la estela del genio italiano Caravaggio. Todo en la composición se impregna de un ambiente tan real que nos cuesta creer que estamos ante uno de los pasajes más trascendentales del Nuevo Testamento. Los ángeles que se aparecen en la parte superior de la escena se presentan como adolescentes traviesos asomándose entre las nubes para contemplar al recién nacido. Esa visión de la Gloria, junto con pastores nada idealizados, llenos de arrugas, cuya humildad se revela en sus pies sucios y los rostros llenos de arrugas e imperfecciones, son un ejemplo del naturalismo apegado a la realidad característico de Maíno que convierte lo divino en algo cotidiano.

La composición se divide en tres niveles. En la parte superior, los ángeles anteriormente mencionados, un nivel medio donde se encuentra la Sagrada Familia y un pastor anciano con la mano izquierda en el pecho en señal de reconocimiento y respeto (la derecha sujeta un carnero) y, el último, el primer plano, donde aparecen dos pastores cuya actitud se distancia del resto.

El pastor de la parte inferior izquierda, con su gesto apesadumbrado y dando la espalda a la escena principal, se ha querido interpretar como un presagio pasionista. Más aún cuando sujeta a un cordero con su mano derecha, símbolo por excelencia del Agnus Dei, el cordero de Dios.

Uno de los aspectos más curiosos de la obra, que nos habla del período contrarreformista en el que nos situamos, es el cambio en la disposición de San José. Éste personaje muchas veces aparece ausente, en actitud reflexiva o incluso melancólica, y con un aspecto avejentado. En este caso besa la mano del niño, en señal de aceptación de su paternidad, y el hecho de que se represente rejuvenecido, se relaciona con una nueva corriente iconográfica que refleja la juventud y fuerza de José, requisitos necesarios para sacar a su familia adelante.

Todo ello hace de este lienzo uno de los más bellos ejemplos del Barroco español. Espero que en vuestra próxima visita al Prado disfrutéis de toda la obra de Maíno.

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