jueves, 5 de diciembre de 2013

Historias naturales. Un proyecto de Miguel Ángel Blanco. 19 denoviembre de 2013 - 27 de abril de 2014.

Invocación satánica, Murciélago, salamandra, sapos, mamba negra, pezuña, piedra de azufre, cabeza de macho cabrío invertida - El aquelarre de Goya

La exposición está comisariada por  Miguel Ángel Blanco, artista contemporáneo vinculado con la naturaleza de la madrileña Sierra de Guadarrama. Su intención es resaltar los orígenes científicos del Museo del Prado, pues como muchos de vosotros ya sabréis, el edificio de Villanueva fue concebido como sede permanente del Gabinete de historia natural (anteriormente situado en el Palacio de Goyeneche). La visión de Carlos III era que arte y naturaleza convivieran bajo un mismo techo, y esta idea es la evocada por Miguel Ángel Blanco a través de veintidós intervenciones en las que la obra de arte dialoga con la naturaleza. A continuación paso a detallar algunas de las que me parecieron más interesantes.




La primera intervención presenta el sugerente título Leviatán engulle a una diosa. El diálogo se establece entre la Venus del delfín, situada en la rotonda de Ariadna, y un esqueleto de un delfín. El despliegue humano para el montaje de esta exhibición da muestra de la complejidad de la misma. Fueron necesarios veinte días para llevar a cabo el montaje de la exposición aprovechando los horarios en los que el museo permanecía cerrado, con la intención de evitar molestias a los visitantes.













En la imagen de la izquierda, nos recibe por la entrada de Goya el icónico grupo escultórico de los Leoni Carlos V venciendo al furor, esta vez acechado por un águila (símbolo de la casa de los Habsburgo). El mensaje escondido trás el título El furor de las águilas es una advertencia ante el poder arrollador de la naturaleza, capaz de doblegar a cualquier poder político.

El Furor de las Águilas (Sala 1), Leone y Pompeo Leoni, Carlos V y el Furor, MNP, Águila Real, MNCN – CSIC, Foto: Pedro Albornoz/Museo Nacional del Prado

El Edén enjoyado, Cráneo verde, coral rojo y gemas: berilo de Siberia, coral rojo, esmeraldas, rubíes, turquesas, topacios, almandino y zafiros – La Crucifixión de Juan de Flandes (sala 57)

Una de los diálogos más interesantes de la muestra es el que se establece entre una calavera verde y la crucifixión de Juan de Flandes. Bajo el título de el Edén enjoyado nos muestra una pieza sobrecogedora: un cráneo tintado de verde por efecto del carbonato de cobre que fue impregnando durante años la osamenta de un trabajador de las minas cántabras de malaquita y azurita. Minerales que aluden a las gemas y piedras preciosas situados a los pies de la cruz de Cristo. Se trata de una referencia al paraíso celeste que encuentran su respuesta en la presencia de una excepcional pieza de cuarzo ahumado o en el coral rojo (símbolo de la sangre de Cristo), procedente este último de la colección del ilustrado español del siglo XVIII Pedro Franco Dávila.

Gracias a personalidades como Franco Dávila surgen las colecciones de historia natural, englobadas en un primer momento bajo el nombre de gabinetes de maravillas. En el caso de la colección de éste español afincado en París, nos encontramos con la mejor de las casi 300 existentes en la capital francesa en el siglo XVIII, incluso superior en calidad a la del propio rey de Francia.

 Una laguna de azurita (Sala 56A), Joachim Patinir, El paso de la laguna Estigia, MNP, Azurita gigante, MNCN- CSIC, Foto: Pedro Albornoz/Museo Nacional del Prado

Una de las piezas más espectaculares es el ejemplar de azurita procedente de las colecciones del Museo Nacional de Ciencias Naturales que se sitúa frente a El paso de la laguna Estigia de Joachim Patinir. Era la laguna que, para los griegos, separaba el mundo de los vivos del inframundo de los muertos. Esta magnífica pieza de azurita, extraída de las entrañas de la tierra, nos recuerda cuál es el origen del característico azul de los paisajes de Patinir.


El Toro de Veragua (Sala 29), Pedro Pablo Rubens, El Rapto de Europa, MNP, Toro de Veragua, MNCN - CSIC, Foto: Pedro Albornoz/Museo Nacional del Prado.

Para finalizar, me gustaría señalar otra de las intervenciones más impactantes, tanto por el lugar como por las dos piezas allí reunidas. En la galería central del museo, junto al El rapto de Europa de Peter Paul Rubens, el artista ha situado un toro de lidia. No se trata de una res cualquiera, pues perteneció al rey Fernando VII, fundador del museo y gran amante del toreo. Es una obra maestra de la taxidermia del siglo XIX, siguiendo la técnica de la dermoplastia (consistente en moldear un primer cuerpo en yeso del animal, sobre el que se fijaba la piel del animal desollado) que se enfrenta a una obra exquisita de la pintura barroca inspirada en el gran Tiziano, y homenageada por el no menos grande Velázquez.

El toro, como Zéus seduciendo a Europa, crea una mezcla de sensaciones de mansedumbre y de extrañeza, pues no todos los días se puede ver un animal naturalizado con ese grado de verismo en las salas de la pinacoteca.

En todas y cada una de las intervenciones podemos encontrar varios estratos de significado. Es curioso cómo estos elementos permiten ver con otros ojos no sólo las obras ante las que se sitúan, sino el resto de las piezas maestras que asisten a la irreverencia de un artista contemporáneo en el gran templo español del arte clásico.


2 comentarios:

  1. Maravillosa distribución de las obras que logra, como bien decís, obtener otra mirada de las obras expuestas.
    Saludos.

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  2. Gracias por tu comentario Mirta! Es fascinante que una institución consagrada como el Prado siga apostando por propuestas arriegadas e innovadoras de tanta calidad y tan complejas de organizar.

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