Pedro Pablo Rubens, El Triunfo de la Iglesia, 1625-1626, óleo sobre tabla, Museo Nacional del Prado. La obra muestra como la Eucaristía ha vencido. La Religión, sentada sobre su carroza, la presenta a los hombres, mientras que un ángel sostiene la tiara encima de su cabeza; un joven a caballo lleva las llaves y el palio pontificial y unas Victorias conducen la cuádriga. La carroza triunfal pasa sobre los indiferentes o los ciegos y continúa su marcha irresistible (Emile Male, El arte religioso de la Contrarreforma).
En relación con la importancia de un laborioso trabajo de
restauración, y sobre todo con la calidad de las pinturas
de Rubens, el Museo del Prado presenta desde ayer día 25 de marzo, Rubens. El Triunfo de la Eucaristía.
Una exposición, comisariada por Alejandro Vergara, Jefe de Conservación de Pintura Flamenca y Escuelas del Norte del Museo del Prado, que muestra uno de los encargos más importantes que recibió Rubens, la serie de seis tablas que representan el Triunfo de la Eucaristía. Encargada por Isabel Clara Eugenia (hija de Felipe II y Gobernadora de los Países Bajos) en 1625 para servir de modelos para los tapices del Convento de las Descalzas Reales de Madrid, esta serie se exhibe junto a cuatro de los tapices, propiedad de Patrimonio Nacional, realizados a partir de estos diseños.
Pedro Pablo Rubens, La infanta Isabel Clara Eugenia, hacia 1615, óleo sobre lienzo, Museo Nacional del Prado.
Isabel Clara Eugenia (1556-1633) fue una de las mujeres más importantes en la vida de Felipe II. Era la hija mayor del rey y una pieza clave en las alianzas internacionales que el rey viudo quería llevar a cabo. En un primer momento intentó concertar su matrimonio con el príncipe Sebastián de Portugal, después con don Juan de Austria e incluso intentó convertirla en reina de Francia por derechos dinásticos (era nieta del rey Enrique II de Francia y sobrina de Enrique III, que murió sin descendencia). Poco a Poco Isabel fue adquiriendo un notable papel en la corte como asistente de su padre en los asuntos de Estado, lo que le valió ser nombrada gobernadora soberana de los Países Bajos con la condición de que, en caso de que no tuviera descendencia, los territorios volvieran al control de la Corona española. De tal modo Felipe II pretendía resolver el problema de la insurrección de los Países Bajos estableciendo una rama autóctona de los Habsburgo.
Isabel Clara Eugenia y su esposo (y primo) el Archiduque Alberto de Austria convirtieron el Flandes español, y especialmente Bruselas, en un auténtico hervidero cultural y económico, en una de los territorios más cultos y prósperos de Europa que tuvo su reflejo en la labor de mecenazgo que ejercía su gobernadora en relación con la difusión de la imagen del poder. Entre los artistas protegidos se encontraba Rubens, que en 1608 fue nombrado pintor de la corte y, por tanto, encargado de configurar la imagen oficial de los archiduques. Además trabajaron para ella la mayoría de los pintores flamencos más destacados de la época como Wenzel Coebergher, Jan Brueghel de Velours, Otto van Veen, Joost de Momper o Anton Van Dyck.
Una exposición, comisariada por Alejandro Vergara, Jefe de Conservación de Pintura Flamenca y Escuelas del Norte del Museo del Prado, que muestra uno de los encargos más importantes que recibió Rubens, la serie de seis tablas que representan el Triunfo de la Eucaristía. Encargada por Isabel Clara Eugenia (hija de Felipe II y Gobernadora de los Países Bajos) en 1625 para servir de modelos para los tapices del Convento de las Descalzas Reales de Madrid, esta serie se exhibe junto a cuatro de los tapices, propiedad de Patrimonio Nacional, realizados a partir de estos diseños.
Pedro Pablo Rubens, La infanta Isabel Clara Eugenia, hacia 1615, óleo sobre lienzo, Museo Nacional del Prado.
Isabel Clara Eugenia (1556-1633) fue una de las mujeres más importantes en la vida de Felipe II. Era la hija mayor del rey y una pieza clave en las alianzas internacionales que el rey viudo quería llevar a cabo. En un primer momento intentó concertar su matrimonio con el príncipe Sebastián de Portugal, después con don Juan de Austria e incluso intentó convertirla en reina de Francia por derechos dinásticos (era nieta del rey Enrique II de Francia y sobrina de Enrique III, que murió sin descendencia). Poco a Poco Isabel fue adquiriendo un notable papel en la corte como asistente de su padre en los asuntos de Estado, lo que le valió ser nombrada gobernadora soberana de los Países Bajos con la condición de que, en caso de que no tuviera descendencia, los territorios volvieran al control de la Corona española. De tal modo Felipe II pretendía resolver el problema de la insurrección de los Países Bajos estableciendo una rama autóctona de los Habsburgo.
Isabel Clara Eugenia y su esposo (y primo) el Archiduque Alberto de Austria convirtieron el Flandes español, y especialmente Bruselas, en un auténtico hervidero cultural y económico, en una de los territorios más cultos y prósperos de Europa que tuvo su reflejo en la labor de mecenazgo que ejercía su gobernadora en relación con la difusión de la imagen del poder. Entre los artistas protegidos se encontraba Rubens, que en 1608 fue nombrado pintor de la corte y, por tanto, encargado de configurar la imagen oficial de los archiduques. Además trabajaron para ella la mayoría de los pintores flamencos más destacados de la época como Wenzel Coebergher, Jan Brueghel de Velours, Otto van Veen, Joost de Momper o Anton Van Dyck.
Pedro Pablo Rubens, El Triunfo del Amor Divino, 1625-1626, óleo sobre tabla, Museo Nacional del Prado. Esta escena revela la esencia del sacramento del altar. Montada sobre una carroza arrastrada por leones, una mujer está de pie, rodeada de niños pequeños: es la Caridad, es el amor. Así pues, Dios que es la fuerza y también la bondad, se entrega por amor a los hombres. Un niño con una antorcha destruye la antigua serpiente, que es el odio (Emile Male, El arte religioso de la Contrarreforma).
Entre las obras más destacadas que realizó Rubens para la archiduquesa se encuentran los mencionados diseños para los tapices del convento de las Descalzas Reales, representando la glorificación de la Iglesia Católica en tiempo de las luchas religiosas. Todo un compendio de fe y esperanza en el que Rubens vuelca todo su genio en lo que Emile Male denominó un "bello poema de la Eucaristía".
La totalidad de los diseños que realizó Rubens son óleos sobre tabla en escenas invertidas (para servir de modelo al tapíz), denominados modelli y usados por sus ayudantes para pintar los grandes cartones en los que se basan los tapices, tejidos en seda y lana en Bruselas (cuatro de los cuales pueden observarse en esta muestra); además estas obras servían para mostrar al comitente cómo sería el resultado final. Los bocetos preparatorios de Rubens muestran su característica expresividad y la vitalidad de sus composiciones, así como un despliegue de sus conocimientos de las obras de arte de la Antigüedad y el Renacimiento. Seis de los veinte modelos originales se conservan en el Prado y pueden ser vistos en la muestra.
Entre las obras más destacadas que realizó Rubens para la archiduquesa se encuentran los mencionados diseños para los tapices del convento de las Descalzas Reales, representando la glorificación de la Iglesia Católica en tiempo de las luchas religiosas. Todo un compendio de fe y esperanza en el que Rubens vuelca todo su genio en lo que Emile Male denominó un "bello poema de la Eucaristía".
La totalidad de los diseños que realizó Rubens son óleos sobre tabla en escenas invertidas (para servir de modelo al tapíz), denominados modelli y usados por sus ayudantes para pintar los grandes cartones en los que se basan los tapices, tejidos en seda y lana en Bruselas (cuatro de los cuales pueden observarse en esta muestra); además estas obras servían para mostrar al comitente cómo sería el resultado final. Los bocetos preparatorios de Rubens muestran su característica expresividad y la vitalidad de sus composiciones, así como un despliegue de sus conocimientos de las obras de arte de la Antigüedad y el Renacimiento. Seis de los veinte modelos originales se conservan en el Prado y pueden ser vistos en la muestra.
Pedro Pablo Rubens, La Victoria de la verdad sobre la Herejía, 1625-1626, óleo sobre tabla, Museo Nacional del Prado. Las Herejías son aniquiladas por la fuerza de la verdad; entre estos enemigos trastornados se reconoce a Lutero, con el hábito de monje agustino, Calvino, después a un iconoclasta que sujeta aún su martillo y, por fin, a un profanador que lleva una custodia vacía. El Tiempo, no obstante, indigna a la Verdad y la arrastra por encima de las controversias de los hombres; señala con el dedo la palabra divina escrita en el cielo: Hoc est Corpus meum. (Emile Male, El arte religioso de la Contrarreforma).
Las seis tablas del Museo del Prado han sido sometidas a un laborioso proceso de restauración iniciado en 2011 con el apoyo de la Fundación Iberdrola como miembro Benefactor del Programa de Restauración del Museo. Los trabajos de restauración han consistido en retirar unos añadidos del siglo XVIII a cada una de las tablas de la serie que, además de impedir la apreciación correcta del diseño de Rubens, dañaban los soportes originales. El proyecto se explica en profundidad en el espacio de la muestra. Un aspecto fundammental del mismo es que ha contribuido a la formación de especialistas en la restauración de soportes de madera procedentes de museos de Europa y Estados Unidos gracias a la contribución del Getty Conservation Institute de Los Ángeles que ha sufragado la estancia en Madrid de los becarios.
Los trabajo de restauración han consistido en retirar unos añadidos del siglo XVIII que dañaban el soporte e impedían la correcta apreciación de la obra de Rubens, así como corregir anteriores actuaciones sobre los soportes que estaban produciendo grietas y deformaciones en los mismos. Gracias a las copias de las obras de Rubens de la mano de David Teniers III, y los cartones y tapices conservados en las Descalzas Reales, se ha podido proceder a la reintegración pictórica y a la eliminación de los añadidos del XVIII para una correcta lectura de las obras. Al igual que los añadidos, fue a partir de finales del siglo XVIII (aunque se desconoce la fecha exacta) cuando los soportes de los modelli, paneles de roble de los bosques de Polonia, fueron agrandados y cepillados con el objetivo de conseguir una superficie plana. Ésta primera intervención produjo daños en las tablas que han tenido que ser corregidos por el taller de restauración para permitir una mayor flexibilidad en los movimientos de dilatación y contracción propios de la madera. Para evitar futuros daños en las tablas y favorecer su mejor conservación, se produjo la unión del bastidor con unos muelles mediante un cable insertado en las pletinas de latón encoladas al reverso de la cada soporte.
Los trabajo de restauración han consistido en retirar unos añadidos del siglo XVIII que dañaban el soporte e impedían la correcta apreciación de la obra de Rubens, así como corregir anteriores actuaciones sobre los soportes que estaban produciendo grietas y deformaciones en los mismos. Gracias a las copias de las obras de Rubens de la mano de David Teniers III, y los cartones y tapices conservados en las Descalzas Reales, se ha podido proceder a la reintegración pictórica y a la eliminación de los añadidos del XVIII para una correcta lectura de las obras. Al igual que los añadidos, fue a partir de finales del siglo XVIII (aunque se desconoce la fecha exacta) cuando los soportes de los modelli, paneles de roble de los bosques de Polonia, fueron agrandados y cepillados con el objetivo de conseguir una superficie plana. Ésta primera intervención produjo daños en las tablas que han tenido que ser corregidos por el taller de restauración para permitir una mayor flexibilidad en los movimientos de dilatación y contracción propios de la madera. Para evitar futuros daños en las tablas y favorecer su mejor conservación, se produjo la unión del bastidor con unos muelles mediante un cable insertado en las pletinas de latón encoladas al reverso de la cada soporte.
Pedro Pablo Rubens, La Victoria de la Eucaristía sobre la Idolatría, 1625-1626, óleo sobre tabla, Museo Nacional del Prado. La Eucaristía consigue su primera victoria sobre el paganismo y sus sacrificios sangrientos: un ángel no tiene más que mostrar el cáliz e inmediatamente el victimario huye arrastrando el toro. (Emile Male, El arte religioso de la Contrarreforma).
En última instancia la exposición se dedica al disfrute de las obras. Cuando vemos los modelos junto con los tapices tomamos conciencia de la enorme capacidad de Rubens como pintor, de la inmediatez de lo que está pìntando, y de su carácter docto, erudito. Rubens es capaz de tejer las ideas que ha ido asimilando a través de sus viajes y su amplia cultura relacionada con lo cristiano, lo pagano y lo clásico. En estas escenas combina la doctrina cristiana tomando como modelo compositivo escenas laicas como, por ejemplo, el triunfo romano. En el arte de la pintura, la idea de representar es quizás lo más importante de la labor pictórica, pues el hecho de pintar comienza a ser algo de muy alta consideración.
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