Bajo el slogan "New Art, New Ideas", el remodelado New Museum estrena sede. Retoma la vocación de los orígenes de la institución como incubadora de nuevos artistas y espacio de exhibición para las creaciones de artistas vivos, no facilmente asimilables en las exposiciones convencionales y la estructura de las colecciones de los tradicionales museos de arte.
La matriarca del museo es Marcia Tucker, conservadora del Whitney Museum of American Art desde 1967 a 1976. Un año después de abandonar la prestigiosa institución museística, fundó oficialmente, el 1 de enero de 1977 el New Museum. Se trataba del primer museo dedicado por entero al arte contemporáneo que se fundaba en Nueva York desde la Segunda Guerra Mundial. Su destino era ocupar un espacio intermedio entre el museo tradicional y los espacio alternativos, a modo de catalizador del diálogo entre los artistas y el público mediante "un centro de exposición, información y documentación para el arte contemporáneo realizado dentro de un período de diez años anteriores al tiempo presente"
El museo comenzó a presentar los trabajos de artistas contemporáneo vivos que todavía no eran ampliamente conocidos por el gran público y que no acababan de conseguir la aceptación de la crítica. La primera exposición, titulada "Memory" era una reflexión sobre la función del museo como hacedor de la historia cultural, estableciendo nexos entre la memoria personal y colectiva. Una de las premisas de esta primera muestra, que será una constante en las demás, es la realización de un catálogo accesible para el público, presente y futuro, que documente las actividades del museo.
Desde su fundación el museo ha pasado por diferentes sedes, comenzando en una pequeña galería y oficina situada en el New School for Social and Research, a modo de espacio temporal hasta que encontraran un lugar permanente. En los ochenta consiguieron celebrar un contrato de alquiler que les permitía acceder a mayores espacios expositivos en el Astor Building en el SoHo en el 583 de Broadway, donde incluso instalaron una librería con una selección internacional de publicaciones sobre arte, teoría y cultura.
A comienzos del siglo XXI tomaron la decisión de trasladarse nuevamente a un edificio que significara su presencia en la ciudad. De la mano de los arquitectos japoneses Kazuyo Sejima y Ryue Nishizawa, concibieron una estructura de ocho niveles situada en el 235 de Bowery entre las calles Stanton y Rivington.
La forma distintiva de siete cajas apiladas responde más a una cuestión funcional que a una mera estética y elegante propia de un museo de Bellas Artes. La necesidad de espacios flexibles capaces de albergar el ambicioso programa museístico que sus responsables tenían previsto para la nueva sede, podía haber desembocado en un anodino edificio monolítico, oscuro y artificial. Por el contrario, la forma del nuevo edificio, abierta, fluida y aprovechando la luz al máximo enfatiza el carácter de la institución maximizando el espacio y su encuentro con la ciudad.
Podría parecer que una nueva sede, tan reluciente y asimilable a cualquier centro de arte del mundo, cambiará el carácter rompedor y la filosofía de uno de los museos con mayor personalidad de la ciudad de los rascacielos. El tiempo tendrá la última palabra.
Podría parecer que una nueva sede, tan reluciente y asimilable a cualquier centro de arte del mundo, cambiará el carácter rompedor y la filosofía de uno de los museos con mayor personalidad de la ciudad de los rascacielos. El tiempo tendrá la última palabra.
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