martes, 9 de diciembre de 2014

Calles y rostros de Berlín en las colecciones Thyssen-Bornemisza.




GROSZ, George. Metrópolis, 1916-1917. Óleo sobre lienzo. 100 x 102 cm. Museo Thyssen-Bornemisza, Madrid.

Pintemos aquello que tenemos cerca, ¡el mundo de las ciudades!” Ludwig Meidner, Instrucciones para pintar la gran ciudad.


GROSZ, George. Escena callejera (Kurfürstendamm), 1925. Óleo sobre lienzo. 81,3 x 61,3 cm. Museo Thyssen-Bornemisza, Madrid.

El madrileño Museo Thyssen, en colaboración con la Embajada de la República Federal de Alemania, y con motivo de los fastos que se organizan en toda Europa en el 25 aniversario de la caída del muro de Berlín, realiza una reordenación de parte de su colección para indagar en la imagen de la capital germana.

Ésta micro exposición, que podremos disfrutar hasta el 25 de enero del 2015, pretende ser un recorrido por el Berlín de principios del siglo XX, en concreto por algunas de las obras más representativas del arte alemán  de vanguardia del periodo de entreguerras (1918-1933).  

La ciudad sufrió una industrialización acelerada que actuó como foco de atracción para artistas e intelectuales procedentes de todos los rincones de Europa seducidos por las oportunidades que ofrecía esta vibrante metrópoli. Seguramente no hará falta recordar la importancia que la obra de arte total tiene en la cultura alemana desde el Romanticismo y que alcanza su cumbre en las óperas de Wagner y tiene su cabida en el mundo del cine y, cómo no, en el expresionismo en particular.



BECKMANN, Max. Quappi con suéter rosa, 1932-1934. Óleo sobre lienzo. 105 x 73 cm. Museo Thyssen-Bornemisza, Madrid.

La subjetividad violenta y radical que pusieron en marcha los artistas del expresionismo alemán se plantea como otra vía de hacer arte. Distorsión de la imagen del mundo alejándose de todo aquello que signifique una imagen aséptica y objetiva de la realidad. En ocasiones, se acentúa el proceso de degradación de la sociedad, una potente carga de crítica social subyacente que convierte algunas obras casi en visiones apocalípticas del Berlín del primer tercio del siglo XX. Pasado el tiempo, muchas veces vemos estas obras como premonitorias del terrible destino de Alemania en la Historia del siglo XX.

En definitiva, un mundo desquiciado al que la llamada nueva objetividad intentó poner orden. Es posible que tanta distorsión de la imagen que se tenía de la realidad les llevara a un callejón sin salida; de ese modo, la crítica social de la que hacían gala Dix y Grosz parece pasar a un segundo plano en pos de retratar la vida cotidiana de los berlineses acomodados y bohemios de la República de Weimar. La técnica empleada se vuelve más minuciosa, un realismo que mira al pasado, a los maestros renacentistas y sus exquisitos retratos.


SCHAD, Christian. Retrato del Dr. Haustein, 1928. Óleo sobre lienzo. 80,5 x 55 cm. Museo Thyssen-Bornemisza, Madrid.

Pero, no nos equivoquemos, los años de la bohemia de la República de Weimar comenzaban a desdibujarse con el imparable ascenso del nacionalsocialismo, encarnado en la inquietante figura de Adolf Hitler. Sin embargo, quiero quedarme con el mensaje que transmite el último párrafo del panfleto que acompaña la muestra:

La Segunda Guerra Mundial, desencadenada por la invasión alemana de Polonia hace 75 años, dejó un rastro de muerte y destrucción que pareció eliminar los ideales artísticos de preguerra. Sin embargo, la caída del Muro ha devuelto a la ciudad su título de capital de vanguardia y renovación artística.

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