En uno de los barrios más
acomodados de la capital del Turia, se encuentra un pequeño tesoro arquitectónico
y actual sede del Museo Nacional de Cerámica y Artes Suntuarias “González Martí”.
Se trata del palacio que mando construir la familia Rabassa de Perellós en
Valencia, una saga de rancio abolengo que ostenta el señorío de Dos Aguas desde
1496, como residencia familiar en la ciudad. Conocido como el Palacio del Marqués de Dos Aguas, es la obra civil más
emblemática del barroco valenciano y su fachada alberga una de las portadas más
hermosas del mencionado período artístico.
La familia, cuyo linaje se remonta a época medieval, poco a poco fue ampliando su
influencia y poder en las tierras valencianas, pasando de la baronía al marquesado en 1699. Del mismo
modo, el edificio gótico que constaba de entresuelo, planta noble y desván con
galería corrida, fue evolucionando para representar mejor el nuevo estatus del linaje
familiar, dar cabida a la familia y a la no menos enorme ambición de los Dos Aguas.
A nivel artístico, es especialmente reseñable la remodelación
llevada a cabo, hacia 1740, por Giner Rabassa de Perellós, III Marqués de Dos
Aguas. Encargó la obra al grabador y pintor Hipólito Rovira, dotando al
conjunto de un derroche decorativo que contrasta con la construcción gótica
precedente. Destaca sobremanera la fastuosa fachada que diseña, utilizando como material omnipresente el alabastro (llevada a cabo por Ignacio Vergara), que sin duda otorga un cierto aire mágico al conjunto y, por ende, al barrio en que se encuentra (quien haya visitado la obra al atardecer o por la noche, sabe perfectamente a lo que me refiero).
La fachada es el gran foco del edificio, antesala
del palacio, galería de cara a la ciudad del gran poder que alcanzaron en el
siglo XVIII los marqueses. Su estilo, anclado en el Barroco, despliega una
iconografía que hace referencia a la familia: dos gigantes, rodeados de símbolos,
representan las alegorías de los ríos Turia y Júcar, alusivas al marquesado; la
fachada culmina en una hornacina con la
Virgen del Rosario (igualmente obra de Vergara), flanqueada por dos mujeres que
realizan ofrendas de frutas, flores y otros bienes.
En el XIX Vicente Dasí Lluesma, heredero del
marquesado de Dos Aguas emprende una reforma, como indica la propia web del
Museo, de carácter ornamental, eclecticista, combinando rococó, neo-imperio y
motivos chinescos. En el patio interior se sustituyeron las ventanas góticas
por balcones con relieves de figuras alegóricas alusivas a las artes
(arquitectura y escultura), a la agricultura y al comercio, base de la riqueza
del marqués.
En 1941 el Palacio se declara monumento histórico-artístico
y en 1949 fue vendido y pasará a ser propiedad del Ministerio de Educación para
albergar la donación de la colección de cerámica de D. Manuel González Martí y
su esposa Doña Amelia Cuñat.
Tras multitud
de remodelaciones, cierres y nuevas aperturas, el Museo Nacional de Cerámica
ofrece un exquisito (y muy recomendable) recorrido por las salas de un palacio
(de recargada decoración rococó) con una historia que se remonta más de 700
años en el pasado valenciano. Sin duda una visita imprescindible para cualquier
amante del arte que se acerque a esta hermosa ciudad mediterránea.
- Toda la información contenida en este post ha sido
extraída de:
la página web del Museo Nacional de Cerámica y
Artes Suntuarias “González Martí”. Para más información, os dejo el enlace del
museo:
TORREÑO CALATAYUD,
Mariano. Arquitectura y urbanismo en
Valencia. Carena editores, 2005, Valencia. pp. 52-53.
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