MANET, Édouard. Amazona de frente.
1882, Óleo sobre lienzo. 73 x 52 cm. Museo Thyssen-Bornemisza, Madrid.
El Museo Thyssen-Bornemisza, en
colaboración con el Museé des
impressionnismes Giverny, la Terra
Foundation for American Art y las National
Galleries of Scotland, organiza una exposición que pretende profundizar en
la impacto artístico del movimiento impresionista francés al otro lado del
Atlántico; para ello se explora la obra de aquellos artistas americanos
expatriados, que tuvieron la oportunidad de empaparse del movimiento en
Francia, y en el propio devenir creativo de los pintores americanos de finales
del XIX que se hicieron eco de las novedades europeas.
SINGER SARGENT, John. Dos mujeres
dormidas en una barca bajo los sauces. 1887. Óleo sobre lienzo. 56 x 68,6
cm. Calouste Gulbenkian Museum, Lisboa
Nombres más conocidos por el
público habitual del Thyssen como John Singer Sargent o James Mcnill Whistler se
unen a otros pintores que adaptaron el estilo impresionista francés al gusto
americano. De tal modo, a lo largo de las diferentes salas se establece un
diálogo entre dos formas de entender un mismo movimiento, con una gran selección
de obras de Degas, Monet y Manet.
Sargent y Cassatt fueron los
pintores más implicados con los impresionistas franceses. De hecho, Sargent se
inició en la pintura al aire libre en Giverny, tras una visita a Monet en dicha
localidad, hecho del que dejó constancia en una obra en la que plasmó al
maestro en el bosque.
A su regreso a Estados Unidos,
estos pintores mantuvieron la técnica y los temas adaptándolos a los nuevos
paisajes. Sin duda la maestría en el uso de la luz y del color, características
tan definitorias del impresionismo, fueron una constante en el arte americano
de las siguientes décadas.
HASSAM, Childe. Día del Grand Prix, 1887. Óleo sobre
lienzo. 91,4 x 121,9 cm. New Britain Museum of American
Art, New Britain, Connecticut, Grace Judd Landers Fund.
En este punto, me gustaría
detenerme un rato, hacer un pequeño “break” para abordar una de las figuras que
más me han impactado de esta muestra: Mary Cassatt, la única mujer que expuso
junto con los impresionistas en Francia.
CASSATT, Mary. Otoño.1880.
Óleo sobre lienzo. 92,5 x 65,5 cm. Musée des Beaux Arts de la Ville de Paris,
Petit-Palais, París.
Mary Cassatt (1844-1926), oriunda
de Pennsylvania, nació en el seno de una familia acomodada; hija de un
financiero y empresario de éxito, y de la rica heredera de una familia de
banqueros, sin duda sus primeros años fueron los propios de una niña “bien” de
familia burguesa americana: viajes alrededor del mundo, una exquisita educación
y formación humanística, etc.
Lo fascinante de su biografía es
cómo consiguió superar las barreras de un sector tan sumamente dominado por el
patriarcado, revelarse contra las enseñanzas de la Academy of Fine Arts of Philadelphia y recorrer medio mundo para
aprender de los grandes maestros franceses en París con el convencimiento de que
llegaría a ser una artista profesional.
CASSATT, Mary. Verano, 1884.
Óleo sobre lienzo. 100,6 x 81,3 cm. Terra Foundation for American Art, Chicago, Daniel J. Terra Collection
Para situar al lector, decir que
a finales del XIX la Ecole de Beaux-Arts
no admitía mujeres, ni siquiera estaba permitida su entrada en los cafés
parisinos donde socializaban los artistas, por lo que Cassatt canalizó sus
frustraciones para crear su propio ambiente artístico en las salas del Louvre,
donde se relacionaba con otros artistas que acudían cada día a aprender de los
grandes maestros.
Pronto sintió la llamada del
“caos”, de las nuevas vías de pinceladas sueltas, matéricas y de colores vivos
abiertas por los impresionistas: bebía intensamente de las formas de sus
colegas Degas, Manet, Pissarro, etc., influencias que rastreamos en sus obras,
marcadas por su incesante interés por captar la vida íntima y social de las
mujeres de su época.
Fueron años de viajes a uno y
otro lado del Atlántico, recorrió Europa en busca de inspiración (incluso
estuvo en Madrid y Sevilla), participó en innumerables exposiciones y
sobrevivió a otras tantas crisis artísticas y personales. Al final de sus días,
casi ciega, disfrutaba del reconocimiento internacional y sus obras formaban
parte de algunas de las mejores colecciones del mundo. Había conseguido su
sueño a base de esfuerzo, constancia, trabajo y un innegable talento.
En definitiva, una exposición muy
recomendable (como lo son todas las del Thyssen), que nace con la vocación de
ser un Blockbuster (los impresionistas siempre lo son); a destacar la inclusión
de los artistas estadounidenses, probablemente un pequeño guiño hacia el gran
número de artistas americanos, sobretodo paisajistas, que forman parte de su
colección permanente.
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