El Greco, Rodrigo de la Fuente (?), 1582-1585, óleo sobre lienzo, Museo Nacional del Prado.
En el inventario de bienes del artista realizado por su hijo unas semanas después de su muerte el 7 de abril de 1614 y en otro realizado en 1621, se menciona la presencia de 130 libros entre los que se observa la herencia grecolatina (con obras de Jenofonte, Aristóteles y Homero) y obras de su formación italiana (las Vidas de Vasari con anotaciones del Greco a los márgenes) como tratados de pintura o los diez libros de arquitectura de Vitrubio. Sin duda estas obras nos hablan de un fenómeo complejo fruto de la síntesis de diversas culturas.
La exposición se celebra dentro del contexto del cuarto centenario de la muerte del Greco gracias a la colaboración entre el Museo Nacional del Prado, la Biblioteca Nacional y la Fundación El Greco 2014. Los comisario de la muestra son Javier Docampo, comisario y Jefe de Área de Biblioteca, y José Riello, profesor del Departamento de Historia y Teoría del Arte de la Universidad Autónoma de Madrid, también autores de parte del junto con Fernando Marías, Richard Kagan y Leticia Ruiz.
El objetivo de la muestra es reconstruir las raíces teóricas y literarias del arte del Greco a través de 39 libros, cuatro de los cuales fueron de su propiedad; tres manuscritos, los originales de los inventarios de 1614 y 1621 y una carta del Greco al cardenal Alessandro Farnese; nueve estampas, fundamentalmente obras de Cornelis Cort y de Alberto Durero, que fueron referencias ineludibles para el pintor; y cinco pinturas que muestran las variadas relaciones que pueden establecerse entre los cuadros y los libros del cretense, como El soplón o La Anunciación.
En el inventario de bienes del artista realizado por su hijo unas semanas después de su muerte el 7 de abril de 1614 y en otro realizado en 1621, se menciona la presencia de 130 libros entre los que se observa la herencia grecolatina (con obras de Jenofonte, Aristóteles y Homero) y obras de su formación italiana (las Vidas de Vasari con anotaciones del Greco a los márgenes) como tratados de pintura o los diez libros de arquitectura de Vitrubio. Sin duda estas obras nos hablan de un fenómeo complejo fruto de la síntesis de diversas culturas.
La exposición se celebra dentro del contexto del cuarto centenario de la muerte del Greco gracias a la colaboración entre el Museo Nacional del Prado, la Biblioteca Nacional y la Fundación El Greco 2014. Los comisario de la muestra son Javier Docampo, comisario y Jefe de Área de Biblioteca, y José Riello, profesor del Departamento de Historia y Teoría del Arte de la Universidad Autónoma de Madrid, también autores de parte del junto con Fernando Marías, Richard Kagan y Leticia Ruiz.
El objetivo de la muestra es reconstruir las raíces teóricas y literarias del arte del Greco a través de 39 libros, cuatro de los cuales fueron de su propiedad; tres manuscritos, los originales de los inventarios de 1614 y 1621 y una carta del Greco al cardenal Alessandro Farnese; nueve estampas, fundamentalmente obras de Cornelis Cort y de Alberto Durero, que fueron referencias ineludibles para el pintor; y cinco pinturas que muestran las variadas relaciones que pueden establecerse entre los cuadros y los libros del cretense, como El soplón o La Anunciación.
Inventario de bienes del Greco, 12 de abril y 7 de julio de 1614. Escribano Juan Sánchez de Soria, sign. 23041, fols. 1404v-1405. Archivo HIstórico Provincial de Toledo.
El Greco siempre estuvo orgulloso de sus orígenes griegos. En su biblioteca poseía obras clásicas de Homero, Apiano Alejandrino, Jenofonte y sobretodo destacaba la presencia de obras de Aristóteles y la ausencia de obras de Platón. Este último hecho cuestiona la presencia de ideas neoplatónicas en la plástica del Greco.
La segunda sección de la exposición se centra en el cambio que experimenta su pintura tras un intenso proceso autodidacta de aprendizaje en diferentes ciudades italianas como Venecia o Roma y a través de su contacto con otroas artistas e intelectuales. Es entonces cuando comienza a considerar la pintura como un discurso autónomo más allá de las representaciones moralizantes. La pintura se convierte es sus manos en una herramienta para representar no sólo lo visible, sino también lo imposible. El propio pintor considera que "La pintura trata de lo imposible".
"Considero que la imitación de los colores es la mayor dificultad, pues consiste en engañar a los sabios con cosas aparentes"
El Greco tuvo tres obras de Aristóteles en su biblioteca, aunque la Poética, la más útil para un pintor, no estaba entre ellas. En cambio tuvo la Física, que recoge reflexiones sobre el mundo natural, en concreto sobre el espacio, el tiempo o el movimiento, aspectos que para el Greco podían ser explorados a través de la pintura.
La pintura del Greco se ha asociado con el auge del neoplatonismo en la Italia de su tiempo, aunque el único autor que puede vincularse con esta tendencia que se dio a mediados del siglo XVI es Patrizi. El Greco compartía algunas de sus ideas sobre la pintura, como su concepción de ésta como una práctica del alma ejercida por el artista, capaz de representar la realidad material pero también los conceptos interiores o lo invisible de modo parecido a Dios.
El artista se consideró heredero de la pintura veneciana, cuyos principios teóricos y prácticos asimilo en su estancia en la ciudad de los canales. Defendió esta tradición frente a las censuras de Vasari y su alabanza de las obras de los pintores toscanos y romanos, basadas en el dibujo.
El Greco pudo conocer a Daniele Bárbaro (La práctica de la perspectiva, Venecia 1569), humanista y patriarca electo de Aquilea, durante su estancia en Venecia. Además de anotar su edición de Vitruvio, también poseyó este tratado, el primero sobre perspectiva publicado en Italia. Su aproximación al asunto, más próxima a la ciencia especulativa que la mera práctica de taller, debió ser sin duda atractiva para el Greco, cuya pintura pretendía seguir parámetros similares.
El Greco, Una Fábula, hacia 1580, óleo sobre lienzo, Museo Nacional del Prado.
"Considero que la imitación de los colores es la mayor dificultad, pues consiste en engañar a los sabios con cosas aparentes"
El Greco tuvo tres obras de Aristóteles en su biblioteca, aunque la Poética, la más útil para un pintor, no estaba entre ellas. En cambio tuvo la Física, que recoge reflexiones sobre el mundo natural, en concreto sobre el espacio, el tiempo o el movimiento, aspectos que para el Greco podían ser explorados a través de la pintura.
La pintura del Greco se ha asociado con el auge del neoplatonismo en la Italia de su tiempo, aunque el único autor que puede vincularse con esta tendencia que se dio a mediados del siglo XVI es Patrizi. El Greco compartía algunas de sus ideas sobre la pintura, como su concepción de ésta como una práctica del alma ejercida por el artista, capaz de representar la realidad material pero también los conceptos interiores o lo invisible de modo parecido a Dios.
El artista se consideró heredero de la pintura veneciana, cuyos principios teóricos y prácticos asimilo en su estancia en la ciudad de los canales. Defendió esta tradición frente a las censuras de Vasari y su alabanza de las obras de los pintores toscanos y romanos, basadas en el dibujo.
El Greco pudo conocer a Daniele Bárbaro (La práctica de la perspectiva, Venecia 1569), humanista y patriarca electo de Aquilea, durante su estancia en Venecia. Además de anotar su edición de Vitruvio, también poseyó este tratado, el primero sobre perspectiva publicado en Italia. Su aproximación al asunto, más próxima a la ciencia especulativa que la mera práctica de taller, debió ser sin duda atractiva para el Greco, cuya pintura pretendía seguir parámetros similares.
Anotaciones de El Greco en un ejemplar del tratado de Arquitectura de Vitrubio de la Biblioteca Nacional.
Consideraba a Palladio como el mejor arquitecto de su tiempo, y uso su tratado como inspiración para algunos motivos de sus pinturas y par el diseño de sus retablos. A través del cardenal Alessandro Farnese conoció el tratado de Vitruvio, de cuyo texto llego a poseer cuatro ejemplares. El que ha llegado a nuestros días es la edición de Daniele Barbaro de 1556, con anotaciones en sus márgenes del Greco, que nos permite conocer sus opiniones sobre arquitectura y pintura, sus críticas al arquitecto romano y otras dirigidas contra los que llama "vitruvistas" refiriéndose a los arquitectos que seguían el tratado como un dogma, particularmente los que trabajaban en el monasterio del Escorial. A ello podría referirse cuando afirma " donde vivo yo (...) cada cual tiene en mucho su cabaña o choza; sólo basta que se diga cubierta de piedra berroqueña para ser tenida en mucho", pues "piedra berroqueña" es el granito con que se construyo el Escorial. Pero ello no quiere decir que despreciara la obra del arquitecto romano, pues consideraba que merecía su consideración el respeto y admiración por su obra al tratarse del único tratadista de la antigüedad romana que llegó hasta nuestros días.
Perspectiva general del Monasterio de San Lorenzo del Escorial, Pedro Perret según Juan de Herrera. Talla dulce (buril sobre aguafuerte) sobre papel verjurado ahuesado, 562 x 857 mm. Inventario de 1621: "un escurial estampado". 1587. Museo Nacional del Prado.
"Para desgracia de nuestro siglo, no hay hombres más lejos de la pintura que los arquitectos, y por esa razón son tan poco apreciados"
El Greco tuvo, además, los más importantes tratados de la época, como los de Alberti, Serlio, Vignola o Palladio. Sus estudios de la teoría arquitectónica también se relaciona con sus diseños para retablos y con los "cinco libros de arquitectura manuscritos, uno con trazas", que tenía en su biblioteca, que compondrían el tratado que preparaba con su hijo Jorge Manuel y cuyos contenidos y paradero se desconocen.
En las apostillas al tratado de Vitruvio otorga el puesto hegemónico a la pintura, pues según el pintor es una ciencia "universal" en la que "nunca falta el contento de la especulación" y "la única que puede juzgar todas las cosas (...) pues tiene por objeto la imitación de todo"
Uno de los aspectos más sorprendentes de la biblioteca del Greco es la escasa presencia de obras religosas. Apenas once libros dedicados a la religión hacen dudar de su carácter místico y piadoso del que tantas veces se ha hablado por su capacidad de representar la realidad suprasensible a traves de sus metáforas plásticas, aunque más bien parece un recurso para atenerse a las normas de decoro en cuanto a la representación de asuntos religiosos. Podría afirmarse que el Greco mostró cierto desinterés por lo religioso, como parece sugerir el que en España no se integrara en alguna cofradía o que al morir sólo diera velas y no encomendara misas por su alma, no fue así en su actividad profesional, pues se acomodó a la demanda de pintura religiosa dominante en su tiempo.
Perspectiva general del Monasterio de San Lorenzo del Escorial, Pedro Perret según Juan de Herrera. Talla dulce (buril sobre aguafuerte) sobre papel verjurado ahuesado, 562 x 857 mm. Inventario de 1621: "un escurial estampado". 1587. Museo Nacional del Prado.
"Para desgracia de nuestro siglo, no hay hombres más lejos de la pintura que los arquitectos, y por esa razón son tan poco apreciados"
El Greco tuvo, además, los más importantes tratados de la época, como los de Alberti, Serlio, Vignola o Palladio. Sus estudios de la teoría arquitectónica también se relaciona con sus diseños para retablos y con los "cinco libros de arquitectura manuscritos, uno con trazas", que tenía en su biblioteca, que compondrían el tratado que preparaba con su hijo Jorge Manuel y cuyos contenidos y paradero se desconocen.
En las apostillas al tratado de Vitruvio otorga el puesto hegemónico a la pintura, pues según el pintor es una ciencia "universal" en la que "nunca falta el contento de la especulación" y "la única que puede juzgar todas las cosas (...) pues tiene por objeto la imitación de todo"
Uno de los aspectos más sorprendentes de la biblioteca del Greco es la escasa presencia de obras religosas. Apenas once libros dedicados a la religión hacen dudar de su carácter místico y piadoso del que tantas veces se ha hablado por su capacidad de representar la realidad suprasensible a traves de sus metáforas plásticas, aunque más bien parece un recurso para atenerse a las normas de decoro en cuanto a la representación de asuntos religiosos. Podría afirmarse que el Greco mostró cierto desinterés por lo religioso, como parece sugerir el que en España no se integrara en alguna cofradía o que al morir sólo diera velas y no encomendara misas por su alma, no fue así en su actividad profesional, pues se acomodó a la demanda de pintura religiosa dominante en su tiempo.
En definitiva, esta pequeña muestra, aunque cargada de mensajes, nos invita a mirar de otra manera la obra del Greco. Olvidemos los tópicos en torno a su figura y acerquémonos a un artista fascinado por la realidad que le rodeaba y consciente de su valía que consiguió aunar en su carrera su pasión por la pintura, la escultura y la arquitectura.
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