Imagen del nuevo vestíbulo de entrada del MAN.
Trás más de seis años de espera, y más 51,7 millones euros inyectados, ayer abrió sus puertas al público el remodelado Museo Arqueológico Nacional (MAN). La obra ha resultado en una complicadísima remodelación realizada por fases, donde convivía la exposición de las 300 mejores piezas del museo con los trabajos en curso. Pero con esto se consiguió evitar un peligroso enemigo de este tipo de intervenciones: que el museo se desvincule de la imagen pública. Gracias a este esfuerzo continuaron las actividades cotidianas de investigación, conservación y exposición, y el museo sólo tuvo que permanecer cerrado dos años y medio.
Detalle de billete de entrada al Casino de la Reina anterior a 1847 y a su transformación en museo. Ayuntamiento de Madrid, Museo de Historia.
Ubicado en el corazón del barrio de Salamanca, el centro ofrece un recorrido por la historia de las civilizaciones que han habitado en la Península desde la Prehistoria al siglo XIX. Fundado en 1867 bajo el reinado de Isabel II, el reto del museo es el propio de la arqueología: explicar la diversidad y evoluvión en el tiempo de las sociedades humanas a través de su legado material. Con su inauguración se cumplía el objetivo de poseer un centro de conservación y exposición de las colecciones arqueológicas, etnográficas y de artes decorativas que habían reunido los monarcas españoles durante siglos. Su primera sede fue el llamado Casino de la Reina, siendo trasladado en 1895 a su sede actual, el Palacio de Biblioteca y Museos, edificio de estilo neoclásico diseñado porque arquitecto Francisco Jareño de Alarcón, y sede a su vez de la Biblioteca Nacional.
El equipo de arquitectos encargado de la reforma estaba comandado por Juan Pablo Rodríguez Frade. Arquitecto de una amplia experiencia en la rehabilitación y reorganización de espacios museísticos destaca por su escrupuloso trabajo en proyectos de intervención en lugares de notable importancia histórica. En su amplia carrera profesional destaca el Pabellón español en la Bienal de París de Museos Estatales, la concesión del Premio de la Fundación de Toledo (por la rehabilitación del Museo Sefardí) y del Premio Nacional de Restauración y Conservación de Bienes Culturales en 1995 (por su labor de rehabilitación del Palacio de Carlos V, en la Alhambra de Granada).
Varias imágenes de la sala 20 del MAN, con la escultura de Livia, esposa de Augusto.
Rodríguez Frade es también el responsable de la propuesta de instalación para la exposición permanente (ganadora del concurso convocado por el Ministerio de Cultura). Lo esencial de su proyecto es el respeto y la sensibilidad hacia una institución de esta categoría, rehuyendo del pastiche y significando la importancia de las piezas expuestas, como ya demostró en la museografía del Museo Madinat Al-Zahra en Córdoba (Premio Museo Europeo del Año 2012) o en el Museo San Telmo en San Sebastián (mención especial Museo europeo del año 2013). La arquitectura interior del nuevo MAN resulta sobria e intemporal, con flexibilidad suficiente para futuras modificaciones e integradora de otros recursos expositivos que facilitan el recorrido y la comprensión por parte del visitante. La museografía no es, ni debe ser, neutra, pues ha de estar al servicio de las piezas pero con presencia.
Ubicado en el corazón del barrio de Salamanca, el centro ofrece un recorrido por la historia de las civilizaciones que han habitado en la Península desde la Prehistoria al siglo XIX. Fundado en 1867 bajo el reinado de Isabel II, el reto del museo es el propio de la arqueología: explicar la diversidad y evoluvión en el tiempo de las sociedades humanas a través de su legado material. Con su inauguración se cumplía el objetivo de poseer un centro de conservación y exposición de las colecciones arqueológicas, etnográficas y de artes decorativas que habían reunido los monarcas españoles durante siglos. Su primera sede fue el llamado Casino de la Reina, siendo trasladado en 1895 a su sede actual, el Palacio de Biblioteca y Museos, edificio de estilo neoclásico diseñado porque arquitecto Francisco Jareño de Alarcón, y sede a su vez de la Biblioteca Nacional.
Imagen de una de las salas del nuevo MAN antes de su apertura al público.
El equipo de arquitectos encargado de la reforma estaba comandado por Juan Pablo Rodríguez Frade. Arquitecto de una amplia experiencia en la rehabilitación y reorganización de espacios museísticos destaca por su escrupuloso trabajo en proyectos de intervención en lugares de notable importancia histórica. En su amplia carrera profesional destaca el Pabellón español en la Bienal de París de Museos Estatales, la concesión del Premio de la Fundación de Toledo (por la rehabilitación del Museo Sefardí) y del Premio Nacional de Restauración y Conservación de Bienes Culturales en 1995 (por su labor de rehabilitación del Palacio de Carlos V, en la Alhambra de Granada).
Varias imágenes de la sala 20 del MAN, con la escultura de Livia, esposa de Augusto.
Rodríguez Frade es también el responsable de la propuesta de instalación para la exposición permanente (ganadora del concurso convocado por el Ministerio de Cultura). Lo esencial de su proyecto es el respeto y la sensibilidad hacia una institución de esta categoría, rehuyendo del pastiche y significando la importancia de las piezas expuestas, como ya demostró en la museografía del Museo Madinat Al-Zahra en Córdoba (Premio Museo Europeo del Año 2012) o en el Museo San Telmo en San Sebastián (mención especial Museo europeo del año 2013). La arquitectura interior del nuevo MAN resulta sobria e intemporal, con flexibilidad suficiente para futuras modificaciones e integradora de otros recursos expositivos que facilitan el recorrido y la comprensión por parte del visitante. La museografía no es, ni debe ser, neutra, pues ha de estar al servicio de las piezas pero con presencia.
Imagen del equipo de Rodríguez Frade trabajando en la reorganización museística del MAN.
En la conferencia que impartió Rodríguez Frade el pasado 14 de diciembre de 2013 en el Thyssen, titulada "El espacio museístico, posibilidades de interacción y experimentación" hablaba de la nostalgia en la arquitectura de los museos, idealizando el pasado sin recordar los fallos. Esa sensación es la que tendrán muchos visitantes que se acerquen al reinaugurado MAN, algunos pensarán que se ha dañado la herencia del neoclasicismo de Jareño, pero tengamos en cuenta que la normativa cambia, así como las necesidades y demandas de los espacios expositivos y es por ello que los museos también tienen que superar ciertos complejos.
Imagen del plano que entregan a la entrada del MAN con el recorrido propuesto.
El recorrido para el visitante comienza con una introducción a la arqueología y al patrimonio, significando la labor española en estos ámbitos a nivel nacional e internacional (de manera muy amena y pedagógica); continúa con la prehistoria, protohistoria, pasando por la Hispania Romana, la Antigüedad Tardía, Al-Ándalus, el Mundo medieval y la Edad Moderna; además, se dedica un área en la planta "E" a la moneda en sus formas más originales de dinero, su valor intangible e incluso, en algunos casos, sus connotaciones mágicas; y en la última planta, la sala 31, donde se explica los orígenes del museo hasta la actualidad, espacio que sirve de nexo con las colecciones arqueológicas de Oriente Próximo, Grecia, Egipto y Nubia. Simplemente apabullante, demasiado para una sola visita, por lo que recomiendo ir poco a poco y paladear cada vez una sección, os aseguro que vale la pena.
Imagen de la Sala 23, que acoge el Bote de Zamora, magnífico ejemplo de la perfección técnica y artística lograda en el taller de marfiles de Madinat al-Zahra.
En mi opinión, una de las salas más espectaculares del nuevo MAN es la dedicada a Al-Andalus, con una maqueta de la mezquita de Córdoba que funciona como una especie de mocárabes de una estancia de la Alhambra, bajando la altura del espacio expositivo para contemplar las piezas con una mayor intimidad; y genera una arquitectura dentro de la arquitectura que enfoca la atención del visitante sobre las piezas principales (entre ellas el conocido Bote de Zamora). No puedo dejar de mencionar la impresión que me causó la sala donde se exponen los grandes mosaicos romanos de la colección: amplia, luminosa, y con un exquisito protagonismo de la obra sobre la museografía.
Imagen del espacio destinado a la exhibición de los mosaicos romanos de la colección del MAN.
En general me parece que esta reforma ha recuperado un museo que se encontraba en franca decadencia. Entre los grandes aciertos del nuevo MAN, a parte del aumento de la superficie museística de 7.000 a 10.000 metros cuadrados, se encuentran la reducción de piezas en exhibición, dando más aire a las obras expuestas, la restauración de la tipología de patio cubierto de Jareño, y la creación de un inmenso espacio de acogida como lugar donde la ciudad entra en el museo y el museo entra en la ciudad (siguiendo el modelo iniciado por el parisino Georges Pompidou). Además los nuevos vídeos explicativos son concisos, de altísima calidad y entretenidos (especialmente espectacular el dedicado al origen de los Dioses Olímpicos en la sala 36).
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