Sorolla y
Bastida, Joaquín. El algarrobo, 1898, Óleo sobre lienzo, Colección
particular, Estados Unidos. Cortesía de Sotheby's © Private American
Collection, Courtesy of Sotheby’s
La Fundación Mapfre, en la Sala Recoletos (del 26 de septiembre de 2014 al 11 de enero de 2015), realiza un imprescindible recorrido por uno de los aspectos más desconocidas de Joaquín Sorolla y Bastida (Valencia, 23 de febrero de 1863 –Cercedilla (Madrid), 10 de agosto de 1923): su faceta más cosmopolita y comercial desarrollada en Estados Unidos.
La Fundación Mapfre, en la Sala Recoletos (del 26 de septiembre de 2014 al 11 de enero de 2015), realiza un imprescindible recorrido por uno de los aspectos más desconocidas de Joaquín Sorolla y Bastida (Valencia, 23 de febrero de 1863 –Cercedilla (Madrid), 10 de agosto de 1923): su faceta más cosmopolita y comercial desarrollada en Estados Unidos.
Sorolla y Bastida, Joaquín. ¡Triste herencia!, 1899, Óleo sobre lienzo, Colección Fundación Bancaja, Valencia Foto: Colección Fundación Bancaja, Valencia (Juan García Rosell)
Sorolla emprende su conquista del
mercado estadounidense una vez que es un pintor consagrado en España. Si bien
es cierto que los ecos de su participación en certámenes de pintura celebrados
por toda Europa (en los que consiguió un notable reconocimiento) llegaron a
tierras americanas y le allanaron el camino, el punto de inflexión fue la
primera exposición que se celebró en 1909 la neoyorkina Hispanic Society, un rotundo
éxito.
En los siguientes años sus obras
visitarían otras ciudades como Chicago, Boston, Búfalo o San Luis. Las escenas
burguesas del Mediterráneo, con su característica luz, de tono amable y positivo, fascinaron
al público norteamericano. Del mismo modo, los elegantes retratos que Sorolla
realizaba de la alta sociedad española, también encontraron su hueco en el país
americano.
Thomas Fortune Ryan, 1913,
Óleo sobre lienzo, The Virginia Historical Society, Richmond, Virginia. Legado
de Anne Worrall Ryan. INV. 1992.29 © Virginia Historical Society, Richmond,
Virginia
Son creaciones en las
que el pintor muestra un estilo propio de una etapa de madurez, seguro en sus
pinceladas matéricas, con composiciones muy pensadas y estudiadas, reflejo de
una estética depurada. Éstos hechos no pasaron desapercibidos en el mercado artístico
estadounidense. Recibió encargos de importantes empresarios (llegó a realizar
54 retratos de personalidades de la sociedad americana), hasta llegó a retratar
al presidente William Howard Taft. Entre todos ellos destacó la figura de uno
de sus más fervientes coleccionistas: Thomas Fortune Ryan. Éste magnate del
tabaco, las finanzas y el transporte, además de retratos y escenas históricas,
llegó a poseer más de veinte obras del pintor.
La exposición realiza un
recorrido por casi todos los géneros que manejó Sorolla, desde la pintura
social, pasando por sus archiconocidas escenas de playa hasta sus retratos y
paisajes. Todos ellos fueron mostrados en las exposiciones que realizó en América,
cuadros de notable éxito de crítica, público y, por qué no decirlo, de ventas.
Una de las áreas más interesantes
de la muestra es la dedicada a los apuntes, manchas y notas de color, pues son
pocas las veces que tenemos la oportunidad de disfrutar del proceso creativo de
los grandes pintores. En este caso, son obras de pequeño formato, espontáneas,
en ocasiones esbozos para lienzos de gran tamaño y en otras piezas que
realizaba por el mero placer de pintar. Son notas de luz en las que queda patente
la maestría absoluta del valenciano a la hora de captar la luminosidad Mediterránea.
Igualmente, sus apuntes en gouache de
las vistas urbanas de las ciudades americanas que visitaba, nos dan una visión
del sofisticado ambiente en el que se desenvolvía la vida de Sorolla en Estados
Unidos.
(Izq.) Sorolla y Bastida, Joaquín. Calle
59, Nueva York, 1911, Gouache sobre cartón, Museo Sorolla,
Madrid. INV. 822 © Museo Sorolla, Madrid. (der.) Central Park, Nueva York, 1911, Gouache sobre cartón, Museo
Sorolla, Madrid. INV. 826
© Museo Sorolla, Madrid.
© Museo Sorolla, Madrid.
En definitiva, siempre es un
placer acercarse una y otra vez la obra de Sorolla. Especialmente en exposiciones
tan bien organizadas y amenas, como nos viene acostumbrando la Fundación Mapfre.
La sensación que queda en el visitante tras recorrer las diferentes salas es
que queda claro el motivo por el cual Sorolla es uno de los pintores españoles
de finales del XIX más conocidos (y cotizados) a nivel internacional. El
complemento perfecto de esta visita sería acercarse al fascinante Museo Sorolla
en el Paseo General Martínez Campos, a escasos 15 minutos andando de la Sala
Recoletos.
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